El ex presidente Mbeki ha sido designado por la Unión Africana como mediador para el conflicto de Costa de Marfil. Regresa a Abidjan tras una primera experiencia agridulce en el país y después de haber llevado a cabo una labor mediadora llena de claroscuros en Zimbabue. El autor de la propuesta de «soluciones africanas a problemas africanos» también ha participado en labores de mediación en Sudán.

Su anterior experiencia marfileña tuvo lugar entre 2004 y 2006. Entonces logró arrancar un acuerdo a las partes para declarar «el fin de las hostilidades». Pero el texto firmado, según han destacado los analistas, era letra muerta. Ya entonces, los rebeldes del norte le acusaron de ser un «ferviente partidario» de Laurent Gbagbo, por lo que terminó dejando esa labor en octubre de 2006.

Aquella amarga experiencia puede ser una ventaja en este momento, a juicio de Siphamandla Zondi, del Instituto para el Diálogo Global, un centro de estudios de su país: «está muy familiarizado con las dificultades que le van a poner encima de la mesa las partes en Costa de Marfil». En opinión de dicha analista, Mbeki tendrá que corregir dos «debilidades» si quiere tener éxito en esta nueva misión. Por un lado, ha de mejorar la comunicación, para evitar ser acusado de parcial o de dejarse llevar por prejuicios. Además, no ha de descuidar a los llamados «actores secundarios»: Nigeria, Senegal, Estado francés, EEUU y la ONU.

Esa tendencia de Mbeki a centralizar todo el proceso de toma de decisiones es considerada como parte integrante de su estilo y ya le costó muy caro en su país: los sectores críticos de su propio partido le percibían como un intelectual distanciado de la realidad y fue expulsado de la presidencia del CNA en setiembre de 2008.