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Jon Odriozola Periodista

Wikileaks, ¿un timo?

La cuestión es «mentir con la verdad». Todos los documentos que «filtra» Wikileaks son ciertos, pero nada novedosos. Lo que se oculta con la hojarasca es la verdad del auténtico «target» (objetivo): indisponer a la opinión pública internacional contra el llamado «Eje del Mal»

Para mí, sí. Igual que la Constitución española que, si no la papagayearan cada año, ni dios se acordaría de ella.

Mi teoría -por descontado «conspiranoica» y hasta «paranoica»- no es original. En varios portales digitales no faltan quienes empiezan a dudar de las buenas intenciones de esta red supuestamente libre e independiente. Por de pronto, sus celebérrimas «filtraciones» -que no scoops o exclusivas, pues se trata de mensajes proporcionados por una «fuente» que no revela su nombre, al igual que una «garganta profunda» en el caso Watergate, que luego resultó ser un alto miembro del FBI- se han facilitado a medios de comunicación tan revolucionarios como «El País», «The Guardian», el proisraelí «The New York Times», «Le Monde» y el semanario alemán «Der Spiegel». Medios del stablishment y del statu quo. Si Wikileaks (que un cachazudo amigo mío pronuncia güiskidyc) fuera esa alternativa contrainformativa soñada, ¿por qué no enviar sus mensajes a China o Rusia o Venezuela o Corea del Norte? Sin pecar de ingenuo, no solamente no se hace eso, lo que es previsible, sino que las «filtraciones» no son otra cosa que algo conocido -«no son para tanto», diría un castizo- y, además, adobado con dosis de cotilleo rosa: que si Berlusconi es un putero, que si Sarkozy es un arrogante, que si Putin es un autoritario, que si la abuela fuma... Alguien dirá que, por lo menos, ha servido para saber que el Gobierno español se arrodilló ante el imperio comprometiéndose a no decir ni pamplona sobre los vuelos de aviones de la CIA en territorio peninsular, pero ¿es que esto no se sabía a ciencia cierta -un diario mallorquín lo desveló-, no se sospechaba o era un secreto a voces? ¿Dónde está el busilis? ¿Dónde están el ¡ohhh! y el pasmo?

Mi teoría, como decía, es la siguiente: como sea que ya casi nadie cree en las versiones oficiales de los gobiernos cuando de altas operaciones bélicas se trata -el autoatentado de las Torres Gemelas donde todavía hay quien ignora, o se olvida, de que se desmoronaron tres, y no dos, en caída libre, demolition control, por no hablar del misil, que no avión fantasma con restos de fuselaje inexistentes, que impactó en el Pentágono, el edificio más protegido del mundo a excepción de Fort Knox, o la crasa mentira de las «armas de destrucción masiva» que sirvieron de pretexto para invadir Irak o la guerra en Afganistán, donde Wikileaks no dice nada, que yo sepa, de las multiplicadas plantaciones de heroína para recabar dinero negro para la CIA y que los talibanes habían destruido (aparte de las estatuas de Buda, algo imperdonable), aquí cierro el guión-, la cuestión es «mentir con la verdad». Todos los documentos que «filtra» Wikileaks son ciertos, pero nada novedosos. Lo que se oculta con la hojarasca es la verdad del auténtico target (objetivo): indisponer a la opinión pública internacional contra el llamado -como si la Historia fuera un tebeo de «Hazañas Bélicas»- «Eje del Mal», es decir, los «malos»: China, Irán, Corea ahora, etc. Acá el glacis de las «filtraciones».

De todos modos, admito lo arriesgado, precipitado y hasta imprudente de mi afirmación inicial. También celebraría estar equivocado como señal esperanzadora, pero soy escéptico.

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