CRíTICA cine
«Tres metros sobre el cielo»
Mikel INSAUSTI
El fenómeno Moccia es el equivalente italiano al anglosajón de Stephenie Meyer y su saga “Crepúsculo” en cuanto que conecta a la actual juventud conservadora con un romanticismo retrogrado. Me declaro incapaz de distinguir la adaptación cinematográfica italiana “Tre metri sopra il cielo” de este remake en castellano, ya que las dos películas, separadas seis años la una de la otra, me parecen igual de cursis. De la del 2004 salvaría su dinámica narrativa algo más ágil y musical, gracias a que la sintonía de una emisora de radio es utilizada como soporte sonoro para un relato en el que la voz del locutor suplanta a la escritura del autor. Son palabras un tanto rebuscadas que pretenden dar trasfondo existencial a una historia de amor tópica y superflua, de lo que también peca la película que ahora se estrena como “3MSC”, con el título resumido a la moda de los mensajes de texto.
Y es que “Tres metros sobre el cielo” quiere ser una tragedia romántica, una actualización descafeinada de “Romeo y Julieta”, a pesar de su formulación volcada estéticamente hacia la insensatez del fenómeno fan. El final es el propio de un romance imposible, con la diferencia de que los conocedores de los libros de Moccia ya saben que existe la continuación “Ho voglia di te”, también llevada a la pantalla, y en la que el protagonista masculino rehace su vida sentimental en Nueva York, lejos de su primer gran amor. Lo que vemos ahora transcurre en Barcelona, donde no se puede hablar de capuletos y de montescos, ni tampoco de montoyas y tarantos. La rivalidad entre familias o las diferencias de clase son sustituidas por lo inconveniente de una relación entre una pija y un vividor, todo ello acelerado por desafíos sobre ruedas en los que las motos de alta cilindrada sustituyen a los coches de “Rebelde sin causa”. La niña bien se siente atraída por la actitud provocadora del chico malote, a la vez que el motorista peleón echa el freno al descubrir sus nuevos sentimientos.