Hoy tendrá lugar la votación en la Cámara de los Diputados italiana. Al margen de la postura de los diputados del partido Futuro y Libertad de Gianfranco Fini, quien había anunciado su intención de votar a favor de la moción de censura contra el primer ministro, Silvio Berlusconi, si éste no dimitía antes de hoy, nada podrá cambiar ya lo que ha significado y significa el «fenómeno» Berlusconi, un político que ha entendido la política como un instrumento al servicio de su megalomanía y sus negocios. La encarnación del populismo, la hipocresía y la deriva de la política italiana que no ha reparado además en recortar escandalosamente derechos a los ciudadanos más necesitados, especialmente a los inmigrantes. Todo ello no ha sido suficiente para recibir el castigo de los electores. Ni los juicios morales ni los escándalos sexuales han acabado con ese «fenómeno» que va más allá de lo esperpéntico de un personaje que, a la postre, es la encarnación de un sistema político en estado de putrefacción. Y es que, más preocupante aún, no se vislumbra una alternativa de izquierda que pueda acometer un urgente saneamiento de ese panorama político.