Los rojillos remontaron un 3-1 adverso
Con fe también se suman puntos
Una segunda parte a tumba abierta -Camacho cambió un delantero por un pivote defensivo- recompensó a una escuadra navarra que lo había hecho mal en defensa durante los primeros cuarenta y cinco minutos. Aranda revolucionó el ataque al saltar tras el descanso.
OSASUNA 3
VALENCIA 3
Natxo MATXIN
La fe de los jugadores en el descanso movió la desnivelada montaña con la que se fue a vestuarios durante una primera parte en la que Osasuna repitió el guión habitual. Le jugó al principio de tú a tú al rival, para acabar pagando de manera provisional algunos infantiles errores defensivos.
Pero esta vez la debilidad zaguera osasunista -hacía mucho que no encajaba tres dianas en los primeros cuarenta y cinco minutos- fue contrarrestada con una mayor precisión arriba, propulsada por un equipo que salió a tumba abierta en la reanudación, dispuesto a comerse a un Valencia, que acabó naufragando ante su público.
Y eso que hay que reconocer que si ya el hecho de que Puñal no estuviera en el once sorprendió a propios y extraños, cambiar a Nekounam -dio la impresión de que el iraní era el único que sostenía el medio campo rojillo en la primera parte- tras el descanso para dar entrada a un delantero -Aranda- se antojó como un suicidio frente a un rival que contragolpea perfecto.
Sin embargo, la jugada le salió que ni pintada al técnico murciano, en un movimiento desde el banquillo al que hay que darle su mérito. La decisión con la que sus pupilos saltaron en la segunda mitad sólo pudo ser fruto de una charla en la que debieron prevalecer las palabras subidas de tono, pero la bronca surtió el efecto deseado.
Liderando la remontada, un Juanfran que acabó por cogerle la medida a Alba y un Aranda que se reivindicó tras sus problemas físicos, no sólo por el gol que anotó, sino por el brío y empuje con el que contagió a sus compañeros en ataque. Incluso los rojillos pudieron obtener los tres puntos si la escuadra navarra hubiera vuelto a tener esa pizca de suerte que le viene siendo esquiva. Desde luego, no es muy habitual que el balón golpee en ambos palos en la misma jugada, pero ahí es donde fue el remate de cabeza de Leka, al que se le sigue resistiendo el gol, ya que hasta ahora sólo ha anotado uno en competición copera, aunque por lo que se le ve sobre el campo sólo es cuestión de tiempo que estrene su casillero.
Inusual remontada
El punto conseguido tuvo, además, doble valor por la forma en la que se cosechó. Remontar un 3-1 adverso no es algo que protagonice un equipo casi siempre huérfano frente a la portería contraria, sobre todo cuando la encara lejos de Iruñea. Hasta ayer, los rojillos sólo habían marcado una diana fuera de casa y ayer se descolgaron con un triple, necesario por otra parte después de las facilidades dadas en defensa.
La realidad es que los de Camacho dieron un giro radical en su reciente dinámica de escuadra bien armada atrás, pero inocente en vanguardia. Volvió a sufrir en estrategia -dos tantos en sendos corners- y el que abrió el marcador llegó de un mal despeje, en un día que no fue ni el de Nelson ni el de Flaño, pese al gol del de Noain.
Lo mejor de todo fue ver cómo el equipo, pese a vaciarse en la consecución del 3-3, todavía tuvo arrestos para seguir embotellando a un oponente que está en los octavos de Champions e irse con toda la decisión del mundo a la búsqueda del cuarto. Lolo incluso la tuvo para firmarlo, pero no estuvo preciso. Quizás si hubiera sido Aranda o Leka...
Tras tantos sinsabores recorriendo otros estadios, al técnico rojillo, José Antonio Camacho, se le vio muy satisfecho y aliviado por el punto cosechado en Mestalla. «Sabe muy bien porque pegarte ahora una pechada en autobús rumiando una derrota no es agradable. Tras remontar un 3-1 se te quedan sensaciones muy positivas», reconoció el de Cieza.
De los suyos, lo más destacable fue sin duda, en su opinión, la actitud que le pusieron ante la adversidad. «Este equipo no baja los brazos nunca, tiene mucha raza y carácter, y lo demostró durante la segunda parte. Teníamos que haber ganado porque hemos generado ocasiones para ello», explicó ambicioso.
«El Valencia tampoco nos había creado tantas ocasiones como para haberse ido 3-1 al descanso -insistió-, pero seguimos fallando en las jugadas de estrategia. Continuamos sin defender bien los saques de esquina y ello nos está afectando mucho, es incomprensible porque tenemos mucha gente de altura», reflejó en el debe de la escuadra que dirige.
Con respecto a anteriores compromisos, el principal cambio estuvo en que el conjunto navarro esta vez sí que vio puerta. «Hemos realizado un trabajo inmenso en la segunda parte a la búsqueda de la victoria. Por fin hemos metido los goles que dan puntos, aunque creamos suficientes oportunidades como para meter más», matizó. Y en esa labor fue esencial Aranda, «que estaba más fresco y con mucha fuerza, pero no está para 90 minutos y hay que cuidarle».
El entrenador del Valencia, Unai Emery, reconoció que el empate fue «justo», motivado por que a sus jugadores les faltó «personalidad y carácter».
GARA