Iosu Gulina, Erantxu Larrayoz, Xabi Lasa e Inma del R�o Cargos electos de los ayuntamientos de Berrioplano y Berriozar
Verdades y mentiras del desierto
Queremos agradecer al pueblo saharaui su hospitalidad, su ejemplo y lo mucho aprendido, adem�s de contribuir a que no quede una persona que no conozca la situaci�nCuando no bastan los millones de palabras que pueden construirse con las 28 letras del abecedario para expresar todo lo que cabe en una r�pida visita al S�hara, nace una profunda impotencia, junto a la crisis en los cimientos de nuestras verdades y nuestras mentiras, en nuestra estereotipada imagen de d�nde est� la riqueza y d�nde la pobreza, d�nde hay tierra y ra�ces y d�nde est�ril arena, d�nde est� la vida y d�nde el desierto. Y lo cierto es que asusta desvelar la verdad, no sea que seamos nosotros quienes vivimos en el desierto, lo que nos lleva otra vez a la impotencia.
Impotencia para escribir, gritar, comunicar, porque no hay letras en las que quepa la dignidad de un pueblo como el saharaui, pueblo del que si no sabemos mirar, podemos llegar a escribir que sobrevive a la injusticia de ser expropiados de todo lo expropiable, su historia, su tierra, el aire, el agua, y a ser destinatarios de la terrible crueldad de un lento genocidio en mitad de la nada. Pero al decirlo as� nos habremos equivocado profundamente, porque quien sea capaz de mirar de frente a los ojos de ese pueblo hasta ver y sentir su alma y respirar su esencia, no tendr� m�s remedio que admitir que el verbo apropiado para lo que el pueblo saharaui est� haciendo no es sobrevivir, sino vivir con may�sculas y, a continuaci�n, mirarse al espejo de nuestra propia realidad para encontrar mucho m�s all� de lo material que el aut�ntico sentido de la palabra sobrevivir se encuentra entre las vac�as personas y almas de la abundancia de nuestras calles.
Impotencia para actuar de manera proporcionada a la enorme injusticia que con ese pueblo se est� cometiendo y aportar nuestro esfuerzo para lograr que la autodeterminaci�n del S�hara, sea mucho m�s que una palabra con la que las personas y gobiernos de las supuestas democracias tranquilicen sus conciencias, mientras pasivamente unas, mediante el c�mplice silencio ante las atrocidades de la monarqu�a totalitaria marroqu�, y activamente otras, como es el caso del Gobierno espa�ol, mediante apoyos pol�ticos, morales, econ�micos y materiales de todo tipo, incluyendo el material necesario para matar f�sicamente al pueblo saharaui (armamento, veh�culos militares...), contribuyen a la injusticia y al genocidio de un pueblo.
Impotencia incluso para ser. Ser con may�sculas, revisando todo lo que el encuentro con una realidad como la que vive el pueblo saharaui obliga a revisar en nuestro propio interior y en la sociedad en la que vivimos, integrando todo lo aprendido y aprehendido de un pueblo que, pese a las dificultades, mantiene claros y con fuerte trazo los niveles de dignidad, orgullo, serenidad e ilusi�n que aqu� y en nosotros se desdibujan.
Impotencia para ser capaz de interiorizar la serenidad, dignidad e ilusi�n de un pueblo represaliado, exiliado, negado, agredido, torturado... Y en el que, pese a ello, en nuestra visita solidaria, en la que hemos contactado, hablado y convivido con personas de todo tipo, desde las gentes m�s humildes hasta sus m�s altos dirigentes, incluyendo en ellos a hombres y mujeres de tres generaciones, no hemos escuchado ni una sola palabra de insulto, agresividad o violencia. Ni una. S�lo palabras que, aunque rotundas y duras, cuando as� es necesario, nacen y est�n elaboradas y expresadas desde la serenidad y la paz que otorga la convicci�n de un pueblo que s�lo necesita que le devuelvan su tierra, porque la autodeterminaci�n que reivindica es algo que ya viene practicando en el d�a a d�a de su exilio. En boca de un saharaui, hasta la palabra guerra expresa el amor y el deseo de paz.
Queremos con esta carta agradecer al pueblo saharaui su hospitalidad, su ejemplo y lo mucho aprendido, adem�s de contribuir a que no quede una persona en nuestro mundo �civilizado� que no conozca la situaci�n, y que la presi�n, trabajo y solidaridad de nuestro pueblo ayude a los saharauis a lograr su libertad en un S�hara libre e independiente.
Hag�moslo por ellos, pero tambi�n por nosotros, porque no puede haber un pueblo libre mientras otro no lo sea, y porque en el camino y la lucha por una Euskal Herria libre e independiente nada mejor que propagar la contagiosa y maravillosa epidemia de la libertad y la autodeterminaci�n de todos los pueblos.