Gbagbo elude la presión internacional y se resiste a dejar el poder a Ouattara
Tras los enfrentamientos que la víspera se saldaron con al menos veinte muertos, el dirigente marfileño Laurent Gbagbo eludió un día más la creciente presión internacional y popular que le instan a ceder el poder a Alassane Ouattara, al que la autoridad electoral dio la victoria, reconocida por la comunidad internacional, en los comicios presidenciales, y normalizar así la situación de un país con dos presidentes.GARA |
La ONU, la Unión Europea (UE), EEUU y la ex potencia colonial francesa elevaron ayer su presión sobre el presidente saliente de Costa de Marfil, Laurent Gbagbo, emplazado a reconocer su derrota electoral y dejar inmediatamente el poder un día después de los violentos enfrentamientos que entre las fuerzas leales a Gbagbo y partidarios de su rival Alassane Ouattara en Abiyán, que se saldaron con al menos veinte muertos, según el balance difundido ayer por el Gobierno del primero. Los partidarios de Ouattara subieron esa cifra hasta los 32 fallecidos.
Los choques más graves se produjeron cuando los seguidores de Ouattara intentaron marchar con el objetivo de tomar la televisión estatal RTI y la sede presidencial. Ayer se repitió el llamamiento pero tras el sangriento resultado del jueves, las calles de la capital económica y ciudad más importante del país seguían prácticamete desiertas y tomadas por las fuerzas policiales y militares leales a Gbagbo, en el poder desde hace diez años. «Es demasiado peligroso salir», confió a AFP un seguidor de Ouattara. «Hay miedo», dijo otro.
Emplazamiento a las tropas
La UE instó ayer al Ejército a «ponerse bajo la autoridad del presidente democráticamente elegido, Alassane Ouattara». Además, Bruselas, que considera «inadmisible» lo que está sucediendo en el país africano, anunció que adoptaría una serie de sanciones, como la congelación de bienes y la suspensión en la concesión de visados, a las personas que «están obstruyendo el proceso de paz y reconciliación nacional» en Costa de Marfil. EEUU indicó que hará lo mismo.
Por su parte, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, manifestó que la permanencia de Gbagbo en el poder supondría una «parodia de la democracia» que «no se puede permitir» y advirtió contra cualquier ataque a los «cascos azules» desplegados allí (unos 10.000).
En este contexto, el presidente de la Comisión de la Unión Africana, Jean Ping, llegó ayer a Abiyán con la esperanza de evitar lo peor, una nuevo conflicto bélico, en Costa de Marfil, desgarrada por una guerra civil en 2002-2003 y dividida en dos desde entonces. Se reunió con Gbagbo y con Ouattara, pero no ha trascendido nada de esos encuentros.
La UA también reconoce la victoria de Ouattara. Pero en lugar de realizar una tarea de mediación, Raila Odinga, primer ministro de Kenia, fue más allá en sus consideraciones al indicar que Laurent Gbagbo debe ser obligado a abandonar el cargo, «si es necesario empleando la fuerza militar» con tal de «preservar la democracia».
Otra batalla crucial se juega en el terreno económico y financiero, donde los partidarios de Ouattara buscan la asfixia progresiva de su oponente. El Gobierno de Gbagbo acusó ayer a su rival de tratar de designar representantes en las organizaciones económicas de África Occidental.
Derrota electoral
Tras la segunda vuelta de los comicios presidenciales, el 28 de noviembre, la Comisión Electoral Independiente dio como ganador a Alassane Ouattara con el 54% de los votos frente al 46% de Gbagbo, un resultado que ratificó la misión de la ONU en el país.
Gbagbo, elegido presidente para cinco años en 2000 y que prolongó cinco más su mandato debido al conflicto armado de 2002 a 2007, no aceptó su derrota y pretende continuar otro quinquenio.
El Consejo Constitucional, compuesto por sus seguidores, anuló los resultados en siete distritos favorables a Ouattara y proclamó presidente de Gbagbo con un 51,5% de los votos, lo que fue rechazado por la llamada comunidad internacional.
En Bouaké, la «capital» de las exrebeldes Fuerzas Nuevas (FN) en el centro de Costa de Marfil, la violencia del jueves en Abiyán ha suscitado el temor al retorno a la guerra.
«Lo que pasa es verdaderamente desagradable, y si esto continúa, el riesgo de guerra civil es elevado », señala a AFP Sizikolo Sanoko, un agente de una sociedad de juegos de azar, sólo que sin clientes.
Bouaké, como Abiyán, vivía el viernes a un ritmo lento: administración, bancos, seguros, ciertos servicios públicos y varias empresas privadas estaban cerrados.
Seguidor de Alassane Ouattara, Sizikolo se enfurece cuando habla de las «matanzas que están ocurriendo en Abiyán», dónde varias personas perdieron la vida el jueves mientras el país se halla en un callejón político sin salida desde las elecciones del 28 de noviembre. «Es muy grave», afirma.
Adama Sangaré, un empleado de la ONG que lucha contra el sida en el barrio popular Commerce, expresa su preocupación como muchos en esta ciudad, que votó mayoritariamente por Ouattara, hoy apoyado por las FN.
Sali Coulibaly, madre de dos hijos, llama a «derrocar a Gbagbo del poder» para «poner fin a la crisis, a los muertos». Gbagbo «ha caminado sobre los cadáveres de la gente para instalarse en el poder y ejercer la violencia. Queremos la paz, y la paz es ADO», afirma camino del mercado.
«Desalojar a Gbagbo», es también lo que reclamaban cientos de personas en jueves en Tiébissou, en el límite de la exzona de guerra en 2002, donde las fuerzas leales a Gbagbo dispararon sus armas contra los manifestantes y causaron varios heridos
Los últimos sucesos no parecen haber minado la determinación de Abdoulaye Sylla, comerciante de 36 años que harto del régimen de Gbagbo dice que con su llegada al poder en 2000 llevó al país «al retraso». Romaric OLLO HIEN (AFP)
El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha establecido un plan en los países vecinos de Costa de Marfil ante la eventual llegada de marfileños que huyen por la amenaza de la guerra civil. 4.241 han entrado ya en Liberia y 200 más en Guinea.