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Victoria Mendoza Psicoterapeuta

Cansancio ciudadano

Los ciudadanos estamos cansados de tantas torpezas, de tantos errores y mediocridad política. Cada día hay pruebas contundentes y claras de la mala gestión administrativa, judicial, económica

Me atrevo generalizar porque creo que es el sentir de muchos más, en cuanto a la indignación que causan las últimas detenciones de jóvenes independentistas y dos letrados más. La detención y sobre todo la incomunicación a la que han sido sometidos, sin excluir la posible tortura a la que nos tienen acostumbrados, son una prueba más de la conculcación de derechos, y esto no es más que el cinismo político de la falta de inteligencia y sobre todo querer interferir torpemente cada paso a favor de la paz, ya que estos actos se dan en un momento político clave que se vive por primera vez en Euskal Herria.

Los ciudadanos estamos cansados de tantas torpezas, de tantos errores y mediocridad política. Cada día hay pruebas contundentes y claras de la mala gestión administrativa, judicial, económica. Estamos cansados de quedarnos sin trabajo, de que nos quiten la vivienda por no poder pagar hipotecas, de que nuestros hijos no puedan estudiar porque ya no es posible pagar los estudios, de que los bancos nos nieguen préstamos y todo tipo de ayudas económicas, mientras que ellos obtienen millonarias ganancias; cansados de que bajen las pensiones, de que nos suban los precios de la luz, el agua y alimentos de primera necesidad, de que nos mientan y nos manipulen con sus falsos discursos. Y, sobre todo, estamos hartos de que nuestros hijos tengan que vivir sus mejores años de vida en cárceles después de ser torturados, acusándoles de supuestos y posibilidades menos reales que si decimos que los políticos nos están robando nuestro dinero cobrando los sueldos que cobran o cuando se reparten las ganancias de obras urbanísticas millonarias o cuando nos cuentan cuentos infantiles de medidas anticrisis.

El pueblo se cansa y sufre una gran decepción, además de la rabia e indignación que sentimos cada vez que pisotean cualquiera de nuestros derechos, y esto puede dar lugar a varias posibilidades: Perder la confianza definitivamente, demostrándolo en las urnas y dejándolos sin esos tan ansiados votos que les den el poder; que hagamos unas cuantas huelgas generales cada vez más numerosas; que hagamos plataformas de desobediencia civil y no acatar mandatos o leyes que nos perjudiquen; tomar las fábricas o las empresas y, sobre todo, adueñarnos de los bancos para recuperar nuestro dinero; suicidios colectivos de todos los desesperados y que ya no tenemos nada que perder; hacer justicia con nuestro propio parecer... En fin, posibilidades hay muchas y podemos ser creativos, porque la impotencia, la rabia y la indignación, acompañadas de paro, hambre, delincuencia, inseguridad ciudadana, conculcación de derechos, entre otros tantos problemas que nos aquejan, pueden acrecentar y desarrollar la creatividad de nuestras ideas y actos. Pero antes de llegar a estos extremos, quiero creer que la cordura y la inteligencia puede darse en algún político, ya que a veces los milagros existen, y si esto sucede, se puedan reconducir los defectos y errores políticos actuales, terminar bien el año y empezar el próximo con más inteligencia intelectual, política, social y, no está de más, también inteligencia emocional.

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