Políticos ante la hora de la política
Cuatro destacados dirigentes políticos vascos se asomaban ayer a periódicos o blogs, en pleno domingo navideño, para explicar sus reflexiones sobre la situación actual. Pertenecían a siglas diferentes: PSOE (Rodolfo Ares), PP (Antonio Basagoiti), PNV (Joseba Egibar) y Nafarroa Bai (Uxue Barkos). Sin embargo, en todos sus mensajes había prácticamente un único punto de atención: el runrún desatado en torno a un nuevo posicionamiento de ETA. No son los únicos que llevan semanas dedicándose casi exclusivamente a elucubrar sobre esta cuestión de las maneras más pintorescas. Por ejemplo, tras el discurso de Nochebuena del rey español, el vicecoordinador de Aralar, Jon Abril, se preguntaba si la ausencia casi total de valoraciones sobre la situación vasca se debía a que Juan Carlos de Borbón «tiene algún conocimiento de ello» y optó por tanto por «hacer el discurso mínimo».
A los representantes de los partidos vascos, mucho más en un país con un conflicto político sin resolver, la ciudadanía no les pide que se dediquen a ejercer de «etólogos». Sin embargo, en las recurrentes declaraciones de estas semanas no se encontrarán diseños de futuro, hojas de ruta ni propuestas propias, sólo especulaciones. Esa renuncia a tomar iniciativas, a adoptar posiciones, a correr riesgos, a hacer política en definitiva, es una constante de la política vasca desde hace muchísimos años. Pero resulta preocupante que estas inercias inmovilistas se mantengan en tiempos en los que, según admiten en sus propios diagnósticos, está a punto de llegar un nuevo tiempo político.
El movimiento decidido y unilateral de la izquierda abertzale ha dejado en evidencia, más aún que nunca, este ejercicio de escapismo generalizado. En las declaraciones de muchos de ellos hay un punto cierto: en Euskal Herria empieza el tiempo de hacer política, sin excusas. Pero no sólo para la izquierda abertzale, sino para todos. Para quienes nunca se han movido porque lógicamente su única aspiración es mantener intacto el actual estatus, y también para quienes siempre presentaron a ETA como un motivo para no hacer política.