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Alpinismo Exploración

El Sichuan cede ante el alpinismo puro, técnico y de exploración

El escocés Bruce Normand y el estadounidense Kyle Dempster realizan dos rutas en la cordillera de Minya Konka. En el Mt. Grosvenor firman una salida non-stop de 23 horas. La este del Mt. Edgar les llevó ocho intensos días de escalada con mucho compromiso.

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Andoni ARABAOLAZA

La cordada formada por el escocés Bruce Normand y el estadounidense Kyle Dempster está de «moda». Sí, nos encontramos con dos de las figuras más importantes del actual panorama internacional de alpinismo tanto por las apuestas que realizan como por los resultados que obtienen. En la entrevista concedida a GARA, Dempster deja muy claro qué es lo que buscan, y esa reivindicación les ha llevado, por ejemplo, a llevarse uno de los Piolet d´Or francés del año pasado por su actividad junto a Jed Brown en el Xuelian Oeste.

En esta ocasión, las actividades que han llevado recientememente a cabo en la cordillera de Minya Konka (provincia china de Sichuan) ya han recibido el reconocimiento por parte de la comunidad alpinística. Y es que una de esas dos actividades, la apertura de una ruta en la hasta ahora virgen cara este del Mt. Edgar (6.618 m), ya «huele» a candidata a los Piloet d´Or del año que viene.

La segunda la firmaron en la cara oeste del Mt. Grosvenor (6.376 m), que se convierte en la segunda ascensión absoluta de esta montaña.

Dos alpinistas explorando la apenas conocida cordillera china, con dos nuevas rutas en sendos seismiles con diferente carácter y en estilo alpino puro. Ésas son, en términos generales, las credenciales de Normand y Demspter.

Empezamos la crónica de las dos ascensiones con la del Grosvenor. La cordada centra su atención en el couloir central de la cara oeste de este seismil. En un ida y vuelta de campo base a campo base de 23 horas completan la primera ascensión de esta cara. El mismo corredor fue intentado hace siete años por los británicos Andy Cave y Mick Fowler y por un trío coreano el año pasado. Y sólo conocía una ascensión, la protagonizada en 2003 por los británicos Roger Payne y Julie-Ann Clyma.

Normand y Dempster escalan una línea de 1.300 metros: «En otoño, a diferencia del verano, se forman líneas de hielo, y es más seco. Montamos el campamento base a 4.300 metros, y ascendimos el corredor central en 23 horas con mucha niebla, fuertes vientos y nevadas ocasionales. En la parte superior del couloir tuvimos que hacer frente a dos secciones muy verticales. A las seis de la tarde hicimos cima, y después empezamos el descenso por la cara norte, que nos llevó realizar unos 15 rápeles».

Extremo compromiso

Recordando la tragedia de junio del año pasado en la que un miembro de una expedición estadounidense murió en una avalancha durante la aclimatación en la cara sureste del Mt. Edgar, los dos protagonistas de estas líneas se acercaban a la cara este del seismil. Una montaña que sólo contaba con una ascensión por la sur en 2003 realizada por un equipo coreano y con el intento del año pasado en la este por los rusos Ruchkin y Mikhailov.

Para empezar, Normand y Demspter señalan que la aproximación ya era de por sí muy complicada: «Empiezas casi a 1.500 metros, y te tienes que acercar a la pared casi a ciegas por entre bosques, niebla muy cerrada, cañones y ríos hasta el pequeño glaciar que se encuentra a 4.100 metros. Allí montamos el campo base avanzado. El campamento base en sí lo teníamos a 3.200 metros. Justo al tecer día vimos el sol por primera vez, y llegamos hasta la base de la pared. Nos quedamos bastante sorprendidos ya que la cara este estaba medio seca».

En la cuarta jornada empieza la «salsa». Tras superar una zona de nieve y hielo empinado, encaran una sección de mixto en torno al M6, y así evitan una línea de la que caían constantemente hielo y piedras. Tres tiradas más de hielo les llevan hasta un campo de nieve y una vira.

Sin grandes contratiempos, la quinta jornada se presenta nublada pero estable: «Tras escalar una sección de hielo, nos encontramos con una zona bastante seca, y, visto lo visto, tiramos a la izquierda para pillar una columna que sale a un collado que se encuentra a 6.200 metros de altura. Allí montamos el vivac. La verdad es que la noche fue dura por el constante viento».

La sexta jornada fue la de cumbre. Más escalada en hielo por delante, justo hasta llegar a una travesía que les llevó a la cara sur. Siguen la arista sureste, y hacia las dos y media de la tarde pisan la cumbre del Edgar.

Éste ha sido el resultado del trabajo de la cordada escocés-estadounidense en la nueva ruta, primera en la virgen cara este, del seismil. Una línea, «The Rose of No Man´s land», con dificultades técnicas de M6 y WI5, y mucho compromiso: «No es una línea muy directa, pero consi- deramos que se trata de una ruta muy bonita».

Todavía les quedaban dos días de descenso. Un descenso rápido y complicado hasta el glaciar y luego hasta la carretera donde hicieron auto-stop.

De esta forma finalizaba la expedición de estos dos alpinistas en la casi desconocida cordillera de Minya Konka. En la siguiente entrevista, Dempster nos ofrece más detalles de su aventura.

 
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