Hemos sobrevivido a la primera ración de mentiras con árbol mirando las películas de casi siempre y los discursos de la añoranza. El que Juan Carlos Borbón y Borbón tenga su espacio televisivo y que los que una vez se llamaron socialistas, aunque fuera una simple pose, lo impongan en todas las televisiones donde gobiernan no es nada más que una más de las muchas desvergüenzas políticas en las que navegamos. Pero por mucho que se empeñen lo cierto es que el personal ni lo espera, ni lo mira, ni lo escucha, porque sirve, como mucho, para que los cómicos imitadores utilicen sus frases de manual.

Lo que sí sucede en estas fechas es que baja el consumo de televisión, aumenta el contacto entre familiares consanguíneos o de relación parental, por lo que como nos advierten desde algún lugar que se dedican a crear estadísticas sanitarias, son estas fechas pasadas en las que más casos de muertes por accidente cardiovasculares se producen. Si se mira la relación de circunstancias en las que se pueden producir estas eventualidades, uno comprende que las navidades familiares son un ejercicio peligroso para la salud. La casuística forma un retablo de la vulnerabilidad del ser humano. La vida puede romperse en cualquier instante por el más pequeño detalle. Y, algo es obvio, por unas razones u otras, se come demasiado, se bebe de manera descontrolada y se deben escuchar los mismos chistes, las mismas historias durante centurias. Entre la lista de óbitos y de desaparecidos por emprender nueva relación sentimental, se produce un colapso emocional que unido a esos mazapanes y a ese licor de café, es lógico que se obturen algunas arterias.

Pero queda mucho, quizás, televisiva y periodísticamente, lo peor. Llegan los resúmenes anuales. Los diez mejores deportistas vascos; los diez mejores (sic) políticos (sic) vascos (sic), y así sucesivamente hasta llegar a los diez mejores programas de televisión, presentador del año o al idiota de la década. Esas piezas tan ordinarias, tan poco creativas que nos van a estar acompañando junto a promociones de cotillones y programas repetidos de fin de año con los cantantes de la Sinde en cabecera.