Iñaki LEKUONA Periodista
Navidades clandestinas
En estas fechas en las que al amor, a la fraternidad y a la felicidad se los prostituye públicamente en multitud de grandes almacenes, hay una mujer que no disfrutará como el resto de sus conciudadanos de la paz y la concordia navideñas. Su abnegada militancia, su incomprendida implicación política, su altruista complicidad y connivencia para con su causa, le están impidiendo disfrutar con los suyos de este aquelarre comercial oficiado por Papa Noel.
Nadie duda de que en estas fechas tan señaladas esta mujer también aprovechará para tomarse un respiro. Pero nadie sabe dónde. Ha optado por la clandestinidad, como otros compañeros de militancia, como François Fillon, del que se dice que podría esconderse en Egipto, o el ministro de Defensa Alain Juppé, del que afirman que se halla oculto en algún lugar recóndito del turístico Pays Basque. Pero de Michèle Alliot-Marie nada se sabe. Desde que cedió los mandos del ejército al convicto alcalde bordelés, la nueva ministra de Asuntos Exteriores no tiene tiempo para respirar. Da igual. No lo necesita.
Se dice, se habla, se comenta, que quizá se acerque por aquí, secretamente, para disfrutar de unos días de mar y montaña con Patrick Ollier, compañero de militancia y responsable de que próximamente MAM pase a ser MOM por obra y gracia de unas nupcias que él quisiera públicas y festivas, y ella clandestinas y serias como vasca de pura casta que es.
No sólo en estas fechas de connivencias y complicidades, sino siempre, esta gran mujer tendrá un lugar predilecto en nuestros pensamientos, aunque se esconda, aunque calle. Mejor dicho, porque se esconde, porque calla y porque acata.