bobadas alpinas
Del dopaje, segunda entrega
Kike DE PABLO | Alpinista
La semana pasada realicé un comentario sobre esto del dopaje en el mundo de la montaña, que no tenía mayor transcendencia y ahora en “Desnivel” digital se aborda el tema (en capítulos) por medio del director técnico de la FEDME, Lluis Giner. Y se comienza, como no podía ser de otra manera, por las competiciones, que eso sí que da de sí. Luego en la sección de comentarios aparece uno que alude a Hermann Bull afirmando «que iba hasta las cejas de anfetaminas» en el primer ascenso al Nanga Parbat. En su larguísima cabalgata hacia la cumbre, siempre se ha asegurado que para poder sobrevivir y sobreponerse al agotamiento extremo en su vuelta al último campo, Hermann tomó alguna anfetamina y no seré yo el que se lo eche en cara ni tampoco seré el que lo recomiende como forma de superar límites, pues es una acción extremadamente peligrosa, no a largo plazo, sino en el momento, ante la incertidumbre de un esfuerzo que puede durar doce horas o treinta, en condiciones extremas de falta de presión de oxígeno, deshidratación, etc. Cantidad de productos farmacéuticos están presentes en el mundo de la alta montaña, como los diuréticos (Edemox, etc), corticoides (Dexametasona...), hipnóticos para conciliar el sueño en altura, etc., etc., los cuales difícilmente pasarían un control antidoping clásico, pero en caso de emergencia ¿a quién le importaría? En realidad el “dopaje” de la alta montaña dañino por excelencia es... la mentira, aún ignorando su grado de extensión.