Raimundo Fitero
Sin importancia
A quién le importa la audiencia del discurso del rey? Levantarse un lunes del periodo navideño con una escandalera sobre la bajada de audiencia de esa joya de la nadería política y social, es confirmar que estamos viviendo en una burbuja en la que cabe más lo superfluo que lo sustancial. Analizar las palabras del Borbón en clave de comunicado de ETA es como para pensar que han confundido el día de los inocentes, que, por cierto es hoy y pueden existir muchos asuntos que visto a primera vista confundan.
Por ejemplo que Paolo Vasile, el jefe de Tele 5, y por lo tanto de lo que ha comprado a Prisa, va convertir el canal de noticias veinticuatro horas CNN+ en un canal de veinticuatro horas, pero dedicado al “Gran Hermano”, lo que ese espacio del espectro de TDT que vivía con unas audiencias ligeras, aumentará su tráfico, con lo que, otra vez, tendremos que asumir que la estulticia se regala, que a los televidentes les interesa más perder el tiempo viendo a esos individuos encerrados, cotilleando, viviendo un tiempo extraño de promoción mediática, que asistiendo a los debates sobre el discurso de un rey, o de unas leyes que son exabruptos de poco valor democrático. Casi nada tiene importancia. O le damos una importancia muy relativa. Y con el mando a distancia, somos ángeles o demonios por cuestión de segundos. Si llegamos un poco tarde al arranque de una serie potable o una película no idiota, la descartamos. O si sentimos el peso del vacío existencial resacoso, preferimos ver a unos seres encerrados entre cristales para aumentar por contraste nuestra autoestima. O al contrario.
Aunque lo más relativo es la toma de posesión del convergente Artur Mas como President de la Generalitat, que ha prometido servir al “poble catalá” y acompañado en la cartera de Cultura por Ferrán Mascarell, una de las figuras más importantes del partido socialista catalán, que ya había ocupado ese cargo con Pascual Maragall. con lo que podemos analizar la cuestión por todas sus aristas, pero probablemente el mensaje más nítido que se recibe es que la ideología de los gobiernos y los programas electorales, son asuntos sin apenas importancia.
