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NBA

El color del dinero brilla en la pesadilla de navidad

El mediático enfrentamiento navideño entre Miami Heat y Los Angeles Lakers fue un negocio redondo para todo el mundo menos para la propia liga.

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Izkander FERNÁNDEZ I

El pesado de Mourinho lo decía en los pesados medios de comunicación españoles: sus mejores navidades las vivió en Inglaterra, jugando hasta cuatro partidos concentrados en las fechas navideñas. Mourinho y la Premier League saben de qué va el tema. La NBA parece que también. Pero la LFP, si es que realmente existe, no tiene ni idea.

Llegó un nuevo día de navidad en la NBA y llegó un nuevo enfrentamiento estelar entre pesos pesados de la liga. Como si de un combate de boxeo o de un cómic de superhéroes se tratase, Los Angeles Lakers y Miami Heat, Kobe vs LeBron, se batieron el cobre con la panza repleta de turrón y los regalos agolpados en la chimenea esperando a ser abiertos.

Hubo otros partidos, pero la atención se centró en el Staples Center de Los Angeles, California. El gran trío de los Lakers formado por Kobe Bryant, Pau Gasol y Lamar Odom recibía al gran tridente de los Heat de Miami. LeBron James, Dwyane Wade y Chris Bosh visitaban juntos por primera vez la cancha de los actuales campeones.

Gran defensa

La franquicia de Florida, entrenada por Eric Spoelstra, afiló su defensa con un Dwayne Wade estelar secando a Kobe Bryant y anulando las opciones interiores de los Lakers. Ahí se centraron los Heat para destrozar al conjunto local. Además, Miami movió el balón con oficio y criterio durante los 48 minutos de choque. La facilidad con la que LeBron y Wade doblaron balones para secundarios de lujo como Mario Chalmers hizo que el acierto en el tiro desde más allá de los siete metros apuntalase la victoria del aspirante en el feudo enemigo.

Aunque Miami alcanzó los 20 tantos de ventaja, al final la cosa quedó en 80-96, con los Lakers convertidos en un regalo de Santa Claus. Si al principio de temporada los Heat eran los que sembraban las dudas, ahora les toca a los de Phil Jackson. Aunque claro, todo el mundo sabe que la temporada regular no es algo que le quite el sueño al maestro Zen. Cuando llegue la hora de la verdad, su equipo estará o no. Y lo normal es que esté.

Audiencias millonarias

Pero en cierto modo, el baloncesto, más que un juego, fue un negocio. Al igual que la liga de fútbol americano hace caja en el día de acción de gracias, la NBA centra sus esfuerzos en la navidad desde tiempos lejanos, aunque la verdadera explosión llegó la pasada década. El epicentro del terremoto navideño tuvo lugar en 2004. Shaquille O'Neal volvía a Los Angeles a visitar a su antiguo equipo militando en las filas de los Heat de Miami. Más de trece millones de personas vieron el choque.

El problema para la NBA es que todo el mundo saca tajada del asunto menos la propia entidad. Las marcas de ropa deportiva hicieron estrenar zapatillas a sus estrellas, las firmas que se publicitaron durante el partido y las propias cadenas de tv recogieron sus beneficios gracias a audiencias millonarias y el precio medio de las entradas en el Staples Center era de 556 dólares. Pero David Stern y sus 30 franquicias no negociarán sus derechos televisivos hasta dentro de cinco años. Así que bien, las audiencias están bien, pero Stern no lo acaba de ver claro y, por más que busque, él no encuentra su regalo. En navidad.

El triplete mágico de Miami se revaloriza

Muchas eran las dudas que sembraba el proyecto de Miami a principio de temporada pero algunas de ellas se van disipando con el paso de los partidos. Los Heat han encontrado variables de juego en ataque que no dependen de su escaso potencial en la pintura a la hora de buscar el equilibrio. Además, teniendo en cuenta que el juego interior es su talón de Aquiles, Eric Spoelstra ha intensificado el trabajo de su equipo en defensa. Así, los LeBron James, Dwyane Wade y Chris Bosh han empezado a ver más allá de sus narices y pese a que su contribución anotadora haya crecido en el último mes de competición, también se han convertido en un equipo altruista en el que terceros anotan desde posiciones cómodas. En los primeros 17 partidos el súper trío sumaba seis puntos menos que en los siguientes catorce pero la base de las múltiples victorias cosechadas recientemente tiene que ver con el poco egoísmo con el que juegan. I.F.

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