Estonia adopta el euro el 1 de enero pese a la crisis de la moneda única
Estonia se prepara para adoptar el próximo sábado la moneda europea y, pese a la crisis en la que está sumergida la zona euro, el Gobierno de centro-derecha mantiene que esta medida dará un nuevo impulso a la economía y el empleo del país. Esta república báltica se convertirá en el decimoséptimo integrante del euro y en el tercer país del Este en adoptarla, tras Eslovenia (2007) y Eslovaquia (2009).
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Cuando casi la mitad de los ciudadanos alemanes prefieren volver al marco a mantenerse en el euro, la mayoría de los 1.300.000 habitantes de Estonia es favorable a la implantación de la moneda única en detrimento de la corona, la divisa nacional que sustituyó al rublo soviético en 1992, tras la proclamación de la independencia.
Un sondeo realizado la pasada semana a petición del Gobierno señaló que el 52% de los estonios apuestan por el euro, mientras que el 39% lo rechazan, mientras que una encuesta independiente equilibraba un poco más el resultado, con un 49% a favor y un 43% en contra.
Esta república báltica está en la cola de muchos de los índices macroeconómicos de la UE, aunque en los últimos tiempos el Gobierno de centro-derecha se ha ganado la reputación de mantener el rigor presupuestario ante la crisis global.
«El Fondo Monetario Internacional indica que el paso al euro debería acelerar el crecimiento económico, del 0,15% al 1,0% anual, en el transcurso de los próximos veinte años», comentó a France-Presse el ministro de Economía, Juhan Parts. «Nuestro comercio exterior se dirige en un 80% hacia el interior de la UE. El mercado común es ventajoso para todos nosotros, ya que permite a los empresarios estonios vender sus productos más fácilmente, creando así puestos de trabajo», añadió.
Denominado «el Tigre del Báltico» por su rápido tránsito a la economía de mercado y por su impresionante crecimiento tras la caída del Muro, Estonia ya intentó adoptar el euro en 2007, pero no lo logró debido a una tasa de inflación muy elevada. Luego, el país se vio afectado duramente por la crisis global. Su economía se contrajo un 14,1% en 2009, una de las caídas más grandes a nivel mundial.
No obstante, se espera que en 2010 el PIB estonio crezca un 2,5% y que en 2011 llegue al 3,9%. Además, en 2009 sus déficits públicos fueron cifrados en un 1,7% del PIB y para el cierre de este ejercicio se espera que descienda hasta el 1,3%, antes de remontar al 1,6% en 2011.
«La situación actual indica claramente que muchos otros países de la UE deberían aplicar políticas de rigor como las de Estonia», declaró a AFP Andrus Saalik, jefe de macroeconomía en el Ministerio de Finanzas.
En cambio, para Anti Poolamets, líder de un pequeño grupo antieuropeísta, la adhesión al euro es muy perjudicial. «Durante los 48 años pasados en la zona del rublo nuestro poder de decisión era próximo a cero, y ése será también en la zona euro», afirma. Y se pregunta: «¿Cuánto tiempo puede aún mantenerse un sistema en el que prácticamente ninguno de sus miembros respeta los criterios de Maastricht o las exigencias del pacto de estabilidad?».
Mientras Estonia adopta con relativo optimismo la moneda única, el entusiasmo del resto de candidatos se va atemperando ante los reveses que sufre la zona euro. Todos los estados que se han incorporado a la Unión Europea a partir de 2004 están comprometidos a adoptar la divisa común. Pero la crisis global les está alejando de los criterios exigidos y les obliga a fijar otras metas para sacar a flote sus maltrechas economías. Tras Eslovenia -en 2007-, Chipre y Malta -en 2008-, y Eslovaquia -en 2009-, ahora le ha llegado el turno a Estonia.
Por su parte, la República Checa se ha colocado deliberadamente a la cola del pelotón. El primer ministro, Petr Necas, que asumió el cargo en julio, ya ha declarado que no tiene intención de fijar una fecha para el ingreso durante su mandato de cuatro años. Es más, el euroescéptico presidente, Vaclav Klaus, insta al Gobierno a negociar con Bruselas el derecho a renunciar al euro.
Igual sucede en Hungría, donde el primer ministro, Viktor Orban, estima que, visto el estado de las finanzas públicas, su ingreso en la eurozona no es prioritario.
Polonia, la economía más grande de la región y el único miembro de la UE que mantuvo en positivo el crecimiento económico en 2009, no prevé adherirse antes de 2015. «El camino será largo», según ha advertido recientemente su ministro de Finanzas.
Tampoco el presidente de Rumanía, Traian Basescu, descarta que su país se incorpore más tarde del 1 de enero de 2015, la fecha prevista inicialmente
Sólo Bulgaria rompe con este gélido ritmo, ya que, en palabras de su ministro de Finanzas, Simeon Djankov, está decidida a ingresar «lo antes posible». GARA