El «seny» catalán y el sentido de Estado
Artur Mas i Gavarró es formalmente el nuevo president de Catalunya. Tras mostrar lealtad al Rey, a la Constitución y al Estatuto, introdujo la coletilla de «prometer plena fidelidad al pueblo de Catalunya», que adquiere significado tras la sentencia del Tribunal Constitucional que «cepillaba» lo aprobado por el Parlament y lo refrendado por la ciudadanía catalana. Tras un pacto con el gran derrotado, el PSC, -que no es cuestión menor en tanto que presagia de una transición hacia la «sociovergencia»-, Artur Mas se mostró partidario de la «plena soberanía de Catalunya», se postuló como «un constructor de la nación catalana, que no se siente ni resistente ni liberador» y defendió que tal cometido no es apto para «los impacientes».
Con estas señales dio comienzo la andadura de Mas. Entre dificultades socioeconómicas y un sentimiento desinhibido de satisfacción en Madrid ante un modelo de nacionalismo al que consideran tienen cogida la medida. Y con un independentismo que pierde un tercio de sus diputados en un contexto donde su masa crítica había dado lecciones de su capacidad y músculo social, pero también de tendencias disgregadoras y dinámicas excesivamente dependientes de la respuesta reactiva a las agresiones de Madrid.
El partido asociado a Convergencia, Unió Democrática de Catalunya, parece haber acaparado el monopolio de la interlocución con el Estado. Mientras tanto, el mainstream por una reuniformización unilateral del mismo se hace cada día más visible y el espectro de la «segunda transición española» más amenazante. Todo indica que se pretende dejar la «pelea de gallos» para dar paso a la concertación y el compromiso de Estado como leif motiv. Invocar el «seny de Estado», que con orgullo ahora se vuelve a reivindicar, no augura un futuro donde el objetivo de una Catalunya libre y soberana tenga agenda propia y desarrollo institucional. El reto de articular un programa independentista de izquierdas no debe rehuir el antagonismo con el Estado y, a su vez, debe ser consciente que actuar con sentido común no es sinónimo de hacerlo con baja intensidad.