Jon Odriozola, Periodista
Tululo III
«Vamo a estudiá a un pintó mu bohemio y mu güeno que se yama Tululotré». Y el niño sabedor de Felipes, Carlos y Abderramanes Terceros pues apuntó en su cuaderno Tutulo III (Tres). Genial y olé, chaval
Caminando por la calle Bidekurutzeta de Bergara, y antes de entrar en el bar Guria para provocar y enrabietar a su propietario, Alex, un fan de la Real, nadie es perfecto, ví en el suelo un papel DIN-A4 que recogí como hubiera hecho Cide Hamete Benengeli, según el Quijote.
El papel, con impiadosas huellas de suelas, resultó ser un artículo que llevaba por título lo que ven arriba y firmado por un tal Francisco García Pérez, gaditano según parece. Lo que sigue es mérito suyo.
El soneto con estrambote es así. Una profesora de 4º de la ESO se puso a corregir unos exámenes que hizo a sus alumnos sobre cultura general. Leyó uno, tomando un té frío, y la primera en la frente: «los versos utilizados en España antes del Renacimiento eran, mayormente, el dodecaedro y el octoedro». No se desmoronó por esto y tomó más té frío. Se encontró otra joya: «el euskera es una lengua bilingüe». Nuestra dilecta profesora se quitó los impertinentes (gafas) y, no sin estupor, que así comienzan las cartas diplomáticas, lee esto dicho por otro alumno: «el euskera se cree que llegó del Cáucaso (sic) con una familia de inmigrantes». Y también esta perla: «el gallego es de origen griego derivado del latín». Ufa, de nota, oye.
De pronto, en el tercer té frío, una respuesta a la duodécima pregunta llevaba por título «Tululo III». No entendió nada, pero no se desanimó. ¿Tululo III? ¿Tululo Tercero? ¿Cuándo hablé yo de un fulano llamado Tululo III? Inquieta, repasó la lista de reyes y papas que siempre llevan un cardinal adjunto a su hipocorístico. Pero nada. Ni Tululo ni Pirulo ni Polculo. Un drama. Se rió recordando aquel gazapo de un periódico que puso como pie de foto «Inocencio Díez» bajo una reproducción del retrato velazqueño del Papa Inocencio X. ¿Tan malos somos enseñando? La culpa es del chachachá...
Pero se le encendió la bombilla. Recordó haber explicado algo de pintores famosos en una de sus clases y que, ojo, al loro, prestaran atención pues sería materia de examen. Incluso llevó diapositivas al aula, lo que en mis tiempos, hablo por mí ahora (nota de J. O.), era el non plus ultra de la modernidad pedagógica y didascálica.
La profesora trató de relajarse y echó un vistazo por la ventana desde la que se divisaba una esquina de La Caleta de Cádiz. ¿Tululo III? Otro té frío. Iba cayendo. Recordó la lista de pintores franceses que dio una vez: Monet, Manet, Pisarro (con ese, sí), Delacroix, Renoir, Cèzanne, Gaughin... Pero ¿Tululo III o Tercero? ¿Cómo se come esto? No pillo, como se dice ahora. Volvió a doparse con más té frío. Y, de repente, fiat lux. Recordó una pregunta que hizo: «a ver, niños, hoy vamos a estudiar a un pintor muy bohemio y muy bueno que se llamaba Toulouse-Lautrec». Pero, claro, pronunciado en gaditano, la cosa era así: «vamo a estudiá a un pintó mu bohemio y mu güeno que ze yama Tululotré» (en bilbaino Tulusese, aivalaostia). Y el niño, sabedor de Felipes, Carlos y Abderramanes Terceros, pues apuntó en su cuaderno Tululo III (Tres). Genial y olé, chaval.
Vaya esto para el radical y redomado anticlerical Víctor Moreno. Y, cómo no, para los gaditanos con infinito cariño.