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Lo sabían desde el principio

Iñaki IRIONDO

La policía no es tonta. Como su jefe, Alfredo Pérez Rubalcaba, pueden ser perversos y crueles, pero no tontos. Sabían lo que hacían cuando pusieron en marcha la redada. Probablemente hoy, con el conocimiento del proceso que ha seguido el debate en la izquierda abertzale y la apuesta estratégica de futuro a la que ha dado lugar, son muchos los que consideran un verdadero disparate la petición de la Fiscalía y el encarcelamiento de cuatro de los procesados. Pero ya en octubre de 2009, en círculos políticos vascos, se conocía en qué andaban los detenidos. El titular con el que GARA salía a la calle al día siguiente era elocuente: «El Gobierno español busca abortar la iniciativa política de la izquierda abertzale». Y en comentarios interiores se recogía que la redada no podía entenderse sin atender «al debate que se ha venido desarrollando en la izquierda abertzale y a la ilusión con la que las bases organizadas del independentismo habían acogido los esbozos de una iniciativa de hondo calado estratégico que su dirección había trasladado hasta la militancia». EA hablaba de la operación policial como un intento de «obstaculizar cualquier paso firme hacia el uso exclusivo de vías políticas». Una apuesta por las vías políticas a la que hacía mención también Joseba Egibar.

Si periodistas y políticos tenían estos datos, ¿cómo no los iban a saber las fuerzas policiales que seguían física y electrónicamente a los detenidos las 24 horas del día? ¿A qué se habían debido entonces los contactos que el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, había tenido desde agosto con partidos, entre ellos Aralar y el PNV, para pedirles que hicieran el vacío a la izquierda abertzale? ¿Por qué entre todos los papeles que filtró Interior tras la operación faltaba el último, el más importante, el que tenía sello de Batasuna y llamaba a caminar por las vías pacíficas?

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