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Análisis | Arrancan las reformas

2011: Un año decisivo para la Revolución cubana

Los autores analizan el futuro próximo de Cuba, donde 2011 será un año crucial y difícil, una vez que empiecen a aplicarse las reformas políticas, económicas y sociales impulsadas por Raúl Castro. Cambios que, por contra, no se esperan en el ámbito de las relaciones internacionales.

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José Miguel ARRUGAETA-Joseba MACÍAS Historiador-Sociólogo

El pasado 19 de diciembre el presidente cubano, Raúl Castro, cerraba las sesiones de la Asamblea Nacional con un discurso trasmitido a toda la nación, en el que subrayaba las claves e intencionalidad de este año de cambios que se avecina. Castro destacaba que las transformaciones y debates en marcha «señalan el rumbo hacia el futuro socialista, ajustado a las condiciones de Cuba, no al pasado capitalista», y que lo que está en juego, en definitiva, es la vida de la propia Revolución cubana.

El también general de cuerpo del Ejército recordaba a todos que el tiempo es un factor a tener muy en cuenta pues el próximo congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) será, por ley de vida, el último para la mayoría de lo que se conoce como la «generación histórica», y afirmaba: «estamos en la obligación de aprovechar el peso de la autoridad moral que poseemos ante el pueblo para dejar el rumbo trazado».

Un documento a discusión. El declarado objetivo de readecuar y modernizar el modelo social y económico y hacerlo sostenible y eficiente manteniendo al mismo tiempo altos niveles de distribución social e igualdad de oportunidades, requiere sin duda de un nuevo consenso que tenga en cuenta la diversidad que en muchos aspectos muestra la sociedad cubana actual.

El documento base sometido a discusión abierta en centros de trabajos, barrios y pueblos estructura, en 28 páginas, 291 propuestas que abarcan desde los aspectos más estratégicos hasta diversas políticas sectoriales, sin olvidar claras declaraciones de intenciones. El mantenimiento en manos del Estado de los resortes principales de la economía, la inclusión definitiva de la iniciativa privada y el cooperativismo en el modelo, una política social que elimine el igualitarismo manteniendo un amplio espectro de seguridad social, la implantación de un sistema fiscal de impuestos directos y la descentralización a todos los niveles, son algunos de los ejes más destacados del citado documento.

Sin embargo, también es importante subrayar que un conjunto tan dispar y ambicioso de medidas afectarán, al mismo tiempo, de manera positiva y negativa a diversos sectores sociales, realidad de la que parece ser muy consciente la máxima dirección del país, por lo que el propio Raúl Castro ha reiterado en varias oportunidades, al referirse a algunas de las propuestas, que «estas decisiones, y otras que será necesario aplicar, aunque sabemos que no son populares, sí son obligatorias para poder mantener y mejorar los servicios gratuitos de salud pública, educación y seguridad social».

El amplio debate puesto en marcha debe concluir a inicios de marzo, y a partir de sus resultados y aportaciones se debe variar y ajustar el proyecto de «lineamientos» que será finalmen- te discutido y aprobado en el próximo congreso del PCC, que abrirá sus sesiones el 16 de abril, coincidiendo con el aniversario de la invasión de Playa Girón (1961), en un tiempo en el que se proclamó el carácter socialista de la Revolución cubana.

Transformaciones en marcha y repercusiones sociales. De manera paralela al debate referido y a partir del segundo semestre de 2009, se han venido poniendo en práctica dos trans- formaciones estructurales que por su importante repercusión social requieren un seguimiento detallado. Nos referimos, por un lado, a la reestructuración laboral que en una primera etapa (que termina en marzo de 2011), debe eliminar medio millón de puestos de trabajo del sector estatal, un proceso que debe continuar hasta llegar a afectar en un par de años a un 1.200.000 personas.

Según datos oficiales, en esta primera fase, unos 150.000 trabajadores deberán cambiar de estatus al pasar de ser asalariados a arrendatarios de pequeñas instalaciones estatales (puntos de venta minorista, peluquerías, taxis...), y una cifra algo inferior se espera que solicite licencia de trabajo por cuenta propia o se inserte en este sector emergente de la economía, mientras que un poco más de 50.000 trabajadores, finalmente, se vayan acogiendo a planes de jubilación.

Sin embargo, una vez calculados los números totales, todavía quedan algo más de 100.000 personas que no tendrán opción laboral en los próximos meses. La instalación de una franja de desempleo es una realidad que amenaza con ser parte del costo social de las transformaciones y la racionalidad económica, cuestión a seguir muy de cerca, y que sin duda genera ya una abierta inquietud en medios laborales.

La segunda transformación estructural se refiere a la apertura de los espacios para la iniciativa privada y parece destinada, al mismo tiempo, tanto a fomentar y estimular diversas producciones y servicios en ámbitos locales como a asimilar de manera creciente una parte importante de la fuerza de trabajo disponible.

No obstante, hay que señalar que a pesar de que el proceso de reducción de plantillas apenas ha comenzado, el número oficial de nuevas licencias solicitadas para ejercer trabajos por «cuenta propia» ascendía a comienzos de diciembre a la respetable cifra de 80.000 personas, de las cuales un llamativo 43% eran jubilados, mientras otro 56% correspondía a personas que no mantenían vínculo laboral anteriormente, fenómenos que pueden tender a que los planes generales iniciales no se ajusten a una realidad social y económica que parece ir asimilando algunos aspectos del «cambio» con marcada vitalidad.

Una revisión general de la economía y el presupuesto. Si el proceso de discusión y transformaciones obedece a una agenda estructurada, con plazos y etapas, buscando complementarse y sumar energías para trasformar tanto realidades y estructuras como una mentalidad social notablemente estática y arraigada durante décadas, el contexto económico será finalmente el que permitirá delimitar los ritmos y el límite de lo posible para llevar a la práctica un programa de reformas tan amplio como el que se está planteando en el escenario interno de la isla.

El Parlamento Nacional, en sus sesiones de clausura del año, realizó un detallado repaso a los resultados económicos de 2010, al tiempo que aprobó los presupuestos para este 2011 que ya estamos estrenando.

La economía cubana ha mantenido durante los últimos doce meses un comportamiento macroeconómico que apunta a un moderado optimismo, con un crecimiento de algo más del 2% del Producto Interno Bruto; una notable mejoría de la situación financiera y de pagos; un marcado crecimiento de las exportaciones, de un 41.5 %, y un balance bastante parejo entre el aumento del salario y la productividad.

Pero más allá de los números positivos y las previsiones de una tendencia similar para el próximo año hay que llamar la atención sobre el tono, sumamente crítico, en sus análisis, del ministro de Economía y Planificación, Marino Murillo, quien tuvo un destacado protagonismo durante las discusiones.

Dejando de lado cualquier complacencia por los resultados globales sus claras, concisas y directas explicaciones sobre los retos, dificultades y debilidades de la economía nacional pusieron el acento en las potencialidades del ahorro, el necesario crecimiento de la producción y el cumplimiento estricto de inversiones y presupuestos como base material y financiera de recursos para poder llevar adelante las transformaciones que se discuten.

El aumento de las producciones del níquel y azúcar, la recuperación de la agricultura y la ganadería, el ahorro energético, priorizar las inversiones que generen exportaciones e ingresos a corto plazo y una política social que tienda de manera gradual a la subvención a personas, y no a productos y servicios, fueron temas que Murillo explicó con pleno dominio de datos y argumentos.

Un año difícil en el ámbito interno, sin grandes cambios en el externo. Según medios políticos oficiales, y analistas cubanos, en la esfera de las relaciones internacionales no se aprecian señales de cambios fundamentales para el 2011 en lo que se refiere a Cuba.

La política norteamericana apunta, por el momento, a que mantendrá, un año más, una línea esencialmente continuista entre el mantenimiento del bloqueo y el fomento de una oposición interna, generosamente financiada desde EEUU, con muy escasa credibilidad e influencia internas.

La normalización de las relaciones con la Unión Europea es previsible que sea tema de sumo interés para la diplomacia cubana, sin variar por ello mayormente sus posiciones actuales, mientras que el campo fuerte de las alianzas se seguirá centrando en estrechar relaciones bilaterales con potencias emergentes (China, Rusia, Irán...) y, sobre todo, mirará a su espacio natural, una América Latina (Alba, Mercosur, Unasur, Grupo de Río, Caricom) que le sigue ofreciendo una relación respetuosa e igualitaria, con crecientes potencialidades de cooperación a todos los niveles.

El año 2011 se presenta así como un tiempo decisivo para el futuro de la Revolución, y para la propia nación cubana, y el campo de juego será esencialmente su propia dinámica interna. Los retos, debates, reformas y transformaciones en marcha seguramente traerán consigo también tensionamientos y costos sociales, que habrá que ir siguiendo con atención en el día a día.

La Revolución cubana ha decidido encarar su presente, con todos los riesgos que conlleva, para poder dibujar su futuro. Ahora la sociedad cubana, en pleno ejercicio de su soberanía, tiene la palabra.

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