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Raimundo Fitero

Verosímil

El hecho de que José Luis Moreno aparezca mezclado en un asunto de supuesta corrupción es, desgraciadamente, algo que la ciudadanía entiende como bastante verosímil. No es nada nuevo. Han salido acusaciones similares en otros lugares donde las productoras del famoso empresario han tenido unas cuotas de programación bastante notable. En la televisión valenciana también surgieron flecos en los que se le podían encontrar intervenciones bastante sospechosas. Lo que ahora se sustancia en comparecencia ante un juzgado es en las Illes Balears, que en la etapa del PP triunfante del gran corrupto Jaume Matas se inventaron una televisión institucional propia con el único fin de eliminar la presencia de la catalana TV3, como freno político y de paso, crear un tejido empresarial de lo audiovisual, obviamente relacionado con todo lo que sabemos que se relacionan cuando están en el poder manejando presupuestos públicos.

La imagen que se nos cuenta, de que entregó en mano el propio Moreno al señor Matas un sobre con doscientos cincuenta mil euros, no es demostrable, a no ser que existan los documentos filmados, pero si tiramos la moviola para atrás, nos encontramos con una acción muy extraña en la que el propio Moreno aparecía como víctima de un robo con violencia en su chalet. Y en las cosas que se filtraron de ese robo, era que tenía varias cajas fuertes, que guardaba varios cientos de miles de euros, cosa que justificaba por sus múltiples labores empresariales. ¿De verdad se paga en la televisión con billetes a pie de plató? No se lo cree nadie.

Quizás José Luis Moreno y sus malas artes y ambiciones desmesuradas sea un ejemplo extremo, pero es bien conocido que en el funcionamiento ordinario de las televisiones de titularidad pública, la cuota de empresas relacionadas accionarialmente o que tienen vínculos sospechosos con los partidos de la mayoría parlamentaria que controla en cada momento los entes es más que verosímil, una realidad. De esa mordida aceptada a la extorsión o los desmanes va muy poco. Las televisiones públicas, además de malas y tendenciosas, son sospechosas de corruptas. ¿Por qué no se eliminan ya para ahorrarnos unos millones?

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