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CRÍTICA cine

«Los próximos tres días»

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Koldo LANDALUZE

Un breve vistazo a la sinopsis de esta película puede llevarnos a la idea equivocada de que estamos ante otro mimético thriller «made in USA» en la que un cabeza de familia anónimo y abnegado se transforma, por arte de magia y rabia desmedida, en un auténtico Charles Bronson. Ni siquiera la firma de Paul Haggis, cineasta y guionista de filmes como “Crash” o “En el valle de Elah”, puede evitar que nuestro subconsciente no relacione al protagonista –Russell Crowe– con todo un justiciero de la ciudad empeñado en llevar a cabo su plan. Haggis parte de una premisa argumental un tanto abracadabrante: la rutina cotidiana de un profesor de literatura salta por los aires cuando, un buen día, la Policía irrumpe en su hogar y arresta a su compañera bajo la acusación de haber cometido un asesinato. El marido, convencido de la inocencia de su espera, urde un plan maestro para sacarla de la cárcel. La primera hora funciona bajo estas coordenadas. El protagonista planea con detalle un plan que se desmorona como un castillo de naipes hasta que contacta con todo un profesional de las fugas. Es, en este instante, cuando entra en escena la excusa interpretativa del siempre solvente Liam Neeson y se produce lo que aguarda el espectador con tanta ansia, la fuga. A partir de este momento, el ritmo crece en intensidad y las manecillas del reloj comienzan a animarse gracias a un metraje que combina diversión, intriga y ciertos ramalazos autoriles con los que Haggis ha querido dotar de cierto empaque a un producto que no lo requiere y que deja al descubierto algunas de las trampas que el cineasta incluye entre escena y escena. “Los próximos tres días” no deja de ser un producto bien elaborado, a ratos un tanto repetitivo y cansino, que goza de una buena factura técnica y en el que topamos con un Russell Crowe fondón que deja a un lado su aspecto más fiero para mostrarse mucho más vulnerable que de costumbre. El resultado de este remake de la película dirigida por Fred Cavayé (“Cruzando el límite”) es un buen divertimento a la americana que a ratos desconcierta y en otras agrada.

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