En el día de ayer se cumplió un año del terremoto que asoló Haití y se cobró la vida de 300.00 personas, la inestabilidad política y la incertidumbre sobre la formación de un nuevo Gobierno siguen haciendo temblar los cimientos del país más pobre de Latinoamérica.

Han pasado casi dos meses desde que la primera vuelta de las elecciones presidenciales se celebrara -en plena epidemia de cólera- y los enfrentamientos callejeros y las revueltas populares han dejado paso, de nuevo, a las dudas y al escepticismo.

A la espera de que la Organización de Estados Americanos (OEA) entregue al presidente en funciones, René Préval, el informe final sobre los los resultados electorales, lo único que parece claro en Puerto Príncipe es que «el continuismo» no puede seguir arraigado en el país.

A esa afirmación contribuía la filtración ayer de las conclusiones, en las que al parecer recomienda a las autoridades electorales que otorguen el segundo lugar al cantante y candidato Michel Martelly, en detrimento del oficialista Jude Celestin.

De confirmarse el informe, en la segunda vuelta, que tendría que celebrarse el próximo domingo, aunque todo apunta a que se postergará, se enfrentarían la ex primera dama Mirlande Manigat, la ganadora en la primera vuelta, y Martelly.

«Cualquier cambio será bueno, al menos no será más de lo mismo, pero estoy convencida de que ganará Manigat», indicó Betty, una joven haitiana.

Precisamente es la juventud la que tiene mucho que decir sobre el futuro del país, aunque «no nos dan muchas oportunidades», señaló Silvan Cardozo, un joven empresario que ha instalado su negocio en la vecina República Dominicana.

División de opiniones

En opinión de muchos, la única solución realmente viable para formar un Gobierno sano y estable sería la creación de una autoridad internacional que tomara las riendas del país durante unos años en los que, además, se instruyera a los futuros gobernantes locales.

Pero frente a la visión de un país destruido y sin posibilidad de renacer, algunos haitianos prefieren ver en la catástrofe a la que se enfrentaron hace ahora un año la mejor oportunidad para «construir» y no «reconstruir». Una ocasión para empezar de cero.