OLASO
Baldío
Los intentos, desesperados, de Rodolfo Ares para impedir la solidaridad de los donostiarras con los presos políticos vascos son, una vez más, baldíos. Intentó atemorizar a la población con amenazas y sanciones, pero volvió a tropezar con la piedra que más le molesta donde más le duele. El sentimiento de solidaridad está tan arraigado en la sociedad de Euskal Herria que no hay represión que valga. Ni aunque se salte sus propias leyes.