Donostia consume su día más intenso a los sones de la ``Marcha de San Sebastián'' y de populares composiciones de Raimundo Sarriegi como ``Polka'', ``Tatiago'' y ``Retreta''' con miles de sus habitantes vestidos de cocinero o soldado de opereta. Los integrantes de Gaztelubide, acompañados de representantes de otras compañías de adultos, fueron los encargados con sus tambores y barriles de hacer vibrar a las miles de personas que abarrotaron la Plaza de la Constitución y el resto de la Parte Vieja, en la que las amenazas de la Ertzaintza no impidieron las muestras de solidaridad con los represaliados políticos vascos y otros reivindicaciones. A pesar de que nunca ha sido un obstáculo, la lluvia faltó y ayudó a dar más realce al inicio festivo.

Un cuarto de hora antes de la `hora cero', el tablado desnudo estaba rodeado de personas con enseñas en las que se demandaba la vuelta a casa de presos y exiliados. Con el paso de los minutos, estas expresiones fueron incrementándose y aparecieron las fotos de los donostiarras presos mientras quienes ocupaban la tarima se revolvían para tratar de atajar los nervios. En balcones y la propia plaza neoclásica aparecieron las pancartas con lemas como «amnistía»y en otros exigiendo democracia para Euskal Herria entre juguetones globos txuriurdin.

A las 24.00, con la pertinente puntualidad, José Ramón Mendizabal ordenó a los de Gaztelubide iniciar la popular marcha, que ya era entonada por miles de donostiarras y foráneos que con palillos, platillos y sombreros de cocinero de papel se resistieron a callar y llevaban tiempo tatareando «Sebastian bat bada zeruan Donostia bat bakarra munduan...».

Tras sonar el reloj de la biblioteca, comenzaron los esperados redobles y el alcalde, acompañado de la edil de Aralar Ainhoa Beola, inició la parsimoniosa izada de la enseña de la ciudad. A su conclusión, el bullicio era impresionante, aderazado de gritos de apoyo a la Real.

En Azpeitia también

También fue especial la medianoche en Azpeitia, donde a la Tamborrada se sumaron otras cuatro compañías hasta alcanzar las 24, reuniendo en la Plaza Mayor a alrededor de 1.200 participantes, para después desfilar por las calles de la localidad.

En el epicentro de la fiesta, donde eran visibles las muestras de solidaridad con los represaliados políticos vascos entre redobles de barriles y tambores, por iniciativa de los firmantes del Acuerdo de Gernika se leyó un comunicado desde el balcón de la casa consistorial, en el que se reclamó de los azpeitiarras su implicación «para dar una salida democrática del conflicto». La mayoría de las compañías, además, hicieron público su compromiso, a pesar de que en los días previos el Ayuntamiento hubiese «maniobrado» para tratar de impedir esta adhesión a los principios de la declaración de Gernika.