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Raimundo Fitero

El bucle

O estamos viviendo el momento en donde el cinismo se ha convertido en una gripe de baja intensidad, o algunos se están cayendo del guindo informativo, pero la sospechosa detención de un joven murciano para que se comiera el marrón de la agresión al Consejero de Cultura de la Región de Murcia nos recuerda la inseguridad absoluta en la que se vive en el Estado español. El detenido fue señalado por los medios de comunicación repitiendo sin la más mínima prudencia deontológica todo aquello que desde algún lugar de las cloacas policiales se encargaron de difundir para calmar los ánimos y para buscar tiempo partidista. Pero ahora, algunos comunicadores, empiezan a darse cuenta de que a ese muchacho que salió de los juzgados acosado por periodistas, pero recibido por amigos y ciudadanos responsables de su actitud, se le ha linchado en los medios, se le ha inculpado, se le ha inventado antecedentes penales, militancias y todo aquello que convenía para hacer el cuadro que requería la campaña retrógrada de la derecha más extrema. Ha salido de manera bastante soez su cara, su nombre, la dirección donde vive, todo eso que está protegido por ese bien que tanto desconoce la policía, la judicatura, la clase política y los periodistas de gleba, la presunción de inocencia, la intimidad. La corrupción intelectual y democrática sobre estos asuntos es tanta, que ni se dan cuentan. Aquí estamos muy acostumbrados. Aquí se detiene por pensar, a base de indicios subjetivos de policías que cobran pluses por pieza y con el amparo de jueces con perrita o sin ella y de políticos que tienen sus manos oliendo a basuras varias.

Hoy debemos celebrar, tristemente, una absolución. Todos los miembros de Udalbiltza están limpios, juzgados, pero sin mácula. Lo estaban antes para casi todos, lo mismo que una gran mayoría de los detenidos por cuestiones políticas. Absueltos, pero el bucle es vertiginoso, porque no van a dedicarle ni el mismo espacio, ni el mismo énfasis para reparar el linchamiento anterior. Y como ahora se preguntan algunos ingenuos o cínicos, ¿quién les devuelve el tiempo de cuartelillo, prisión o juzgados? ¿Quién les repara su honor?

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