REPORTAJE
Medio siglo de la ejecución de patrice Lumumba, símbolo de la resistencia al neocolonialismo
El 17 de enero de 1961, hace cincuenta años, Patrice Lumumba era ejecutado en el Congo. Su vida y su muerte, orquestada por EEUU y ejecutada por Bélgica, se han convertido en un símbolo de la resistencia al neocolonialismo. Sin embargo, medio siglo después, su familia sigue luchando para que se haga justicia.
José NARANJO
Rebelión
Patrice Émery Lumumba nació el 2 de julio de 1925 en Sankuru, región del centro de la República Democrática del Congo (RDC) cuando este país estaba aún bajo la dominación belga. Tras formarse en distintas escuelas y trabajar para una sociedad minera, su vocación política le llevó, a los 20 años, a ejercer como periodista, desarrollando esta tarea en Leopoldville (Kinshasa) y Stanleyville (Kisangani).
En 1958, con motivo de la Exposición Universal, es invitado junto a otros congoleños a visitar Bruselas. Allí, se siente horrorizado por la mirada occidental sobre África y, más en concreto, por la imagen denigrante que se muestra de los congoleños. A su regreso, funda el Movimiento Nacional Congolés (MNC), con el que participa en la Conferencia Panafricana de Accra organizada por el gran líder africano Kwame Nkrumah.
Tras algunos enfrentamientos con las autoridades belgas, el 30 de junio de 1960 Bruselas concede la independencia al Congo y Patrice Lumumba es designado primer ministro congolés a las órdenes del presidente Joseph Kasavubu. Sin embargo, como ocurriera en otros países, la potencia colonial no parece dispuesta a irse sin dejarlo todo bien atado y las maniobras de desestabilización al nuevo Gobierno de coalición en el que participa el MNC, claramente nacionalista y anticolonial, se suceden.
El Ejército, rebautizado como Ejército Colonial del Congo, sigue manteniendo a personas afines al poder colonial entre sus altos mandos, lo que genera una revuelta entre los soldados. Cuando se van, los funcionarios belgas se llevan hasta los aparatos de teléfono y las compañías mineras belgas maniobran para mantener a sus próximos en el poder en las regiones donde estaban operando. Y Bélgica contaba con el apoyo de EEUU para llevar a cabo sus planes en el Congo.
La provincia minera de Katanga, dirigida por Moïse Kapenda Tschombe, se declara independiente con el apoyo de Bélgica, interesada en los yacimientos. Entonces y ante las maniobras de Bruselas y de los estadounidenses, Lumumba pide ayuda a la URSS, que envía asesores y agentes militares al Congo. Y Lumumba, sin saberlo, firma su sentencia de muerte.
En setiembre, el presidente Kasavubu destituye a Lumumba, pero éste decide mantenerse en el cargo, lo que genera una grave crisis entre ambos. El 14 de setiembre de 1960, el oficial Joseph Desiré Mobutu, que había sido designado comandante en jefe del Ejército por el propio Lumumba, da un golpe de Estado orquestado por la CIA y ordena el arresto domiciliario del primer ministro, manteniendo en el cargo al presidente Kasavubu.
Sin embargo, Lumumba se escapa e intenta huir hacia Stanleyville, donde cuenta con más apoyos, para intentar reorganizar sus fuerzas. Pero es arrestado de nuevo por los hombres de Mobutu, que le golpean y torturan salvajemente ante los ojos de las fuerzas de la ONU, que deciden no intervenir. Finalmente, el 17 de enero de 1961 es trasladado a Katanga, la provincia separatista, donde es ejecutado esa misma tarde junto a algunos de sus colaboradores.
Detalles del crimen
En los últimos años se han ido conociendo algunos detalles de este crimen. Por ejemplo, que en agosto de 1960, dos meses después de la independencia del Congo, el presidente estadounidense Dwight Eisenhower ordenó el asesinato de Lumumba y que uno de los agentes encargados de esta tarea fue Frank Carlucci, quien había sido designado subsecretario de la Embajada de EEUU en Leopoldville y quien, con el tiempo, llegó a ser secretario de Estado durante la Presidencia de Ronald Reagan.
También se ha sabido que, días antes de su arresto, el ministro belga de Asuntos Africanos ordenó a los líderes separatistas de Katanga la eliminación de Lumumba. De hecho, las torturas a las que fue sometido se hicieron bajo la presencia de soldados belgas. Y su ejecución la llevó a cabo un pelotón dirigido por un oficial belga.
La muerte de Patrice Lumumba supuso una gran conmoción en el Congo, hasta el punto de que pocos años después, en 1966, uno de los responsables de su asesinato, el general Mobutu, ya como presidente del país, tuvo que rehabilitar su figura y nombrarlo héroe nacional.
En 2002, el Gobierno belga reconoció su responsabilidad en este asesinato de una manera un tanto vaga, porque sigue negándose a investigar en profundidad lo sucedido y a reparar a los familiares de Lumumba. De hecho, sus hijos han emprendido una cruzada judicial y presentaron en 2010 una denuncia contra doce ciudadanos belgas, policías, militares y funcionarios, a quienes les acusan haber participado en el crimen de manera directa.
El asesinato de Lumumba está directamente relacionado con el imperialismo y el neocolonialismo de las potencias occidentales que siempre han pretendido hacer y deshacer en África a su antojo. Su muerte se convirtió en un símbolo de la resistencia frente a estos poderes extranjeros, pero sus discursos y sus palabras aún son recordados y han servido de inspiración a muchos africanos.
Poco antes de morir, en enero de 1961, Patrice Lumumba escribió una carta a su mujer en la que incluyó una frase que se ha repetido desde entonces una y otra vez y que se ha convertido en parte de su legado y que hoy, 50 años después, sigue vigente: «Ninguna brutalidad, maltrato o tortura me ha doblegado, porque prefiero morir con la cabeza en alto, con la fe inquebrantable y una profunda confianza en el futuro de mi país, a vivir sometido y pisoteando principios sagrados. Un día la historia nos juzgará, pero no será la historia según Bruselas, París, Washington o la ONU sino la de los países emancipados del colonialismo y sus títeres».