Me quema la pluma, inequívoca y lógica expresión del atávico miedo que suscita presentar pelea a lo bonzo a mi tío, Jon Juaristi. Un suicidio literario, un reto infantil.

«Las palabras creer y crear están inquietantemente próximas (mucho más que sus étimos latinos, credere y creare)». Jon Juaristi, «Abc», 5/9/2010. Inquietamente próximas, dices. No tengo ninguna duda de que la talla moral de las personas se mide por sus hechos, resultado directo de lo que «crean». Sin embargo, esa proximidad solamente me inquieta en quien, dueño de escondidos desafectos, evidencia una nublada claridad y pretende ganar detractores como cura de ese mal.

En este sentido, el creer que Matthiew Ricard puede inquietarme es tan ingenuo como esta carta. Créeme. Más me inquieta dejar al herido euskara, desprotegido, en el espinoso nido que ha diseñado el consejo asesor del euskara, con algunas manos de quienes habéis sido sus fieles detractores.

La Real Academia Española define una lengua como sistema de comunicación verbal y casi siempre escrito, propio de una comunidad humana. Los vascos desmerecemos tan excelentísima distinción por la trasnocha condición de nuestra lengua, razón por la que sin duda alguna el castellano y el francés la han sustituido tan generosamente en este territorio. «Lo malo es que, como pasa siempre, la moneda falsa expulsa la buena del mercado y el quejica justiciero acabara por apantallar el dolor de las verdaderas víctimas». Jon Juaristi, «Abc», 18/04/2010. Como has afirmado en alguna ocasión, los euskaldunes somos sencillos y aldeanos. Por ello con esa segunda facultad nos gobiernan en la actualidad. Pero el telón de fondo sigue siendo el mismo, aunque la representación cambie.

La moderna obra se resume en disimular una inhumana batida lingüística en aras de mantener ese telón de fondo. La primera facultad, en cambio, es la que nos otorga la condición de descubrirlo y aun así extender la mano, aunque en algunos casos tengamos que apretar en exceso.