El triunfo de Novak Djokovic en el primer Grand Slam del curso, el Abierto de Australia, abre la puerta del circuito a un nuevo orden liderado por el serbio y secundado por el escocés Andy Murray, como alternativa a la supremacía establecida por Rafael Nadal y Roger Federer.

Por primera vez desde que en 2008, en el mismo escenario del Melbourne Park, el balcánico ganó su primer grande al vencer en la final al francés Jo Wilfried Tsonga, la lucha por el éxito ha dejado al margen al balear y al helvético. Más llamativo es, incluso, el hecho de que ésta fuera la segunda final de las 23 últimas de un grande sin Nadal ni Federer entre los aspirantes.

Djokovic y Murray dieron un impulso a sus ambiciones. Fueron, de largo, los que más apostaron por la victoria desde el principio, aunque el serbio haya salido mejor parado.

El torneo femenino, mientras tanto, confirmó el absolutismo de Kim Clijsters. Fuera de circulación las hermanas Williams, el futuro es suyo. Australia le supuso el cuarto grande de su carrera, el primero al margen del Abierto de Estados Unidos. Serena, reina en 2010, aún se recupera de su lesión. Venus se retiró en la segunda eliminatoria a causa del dolor.

Caroline Wozniacki, la número uno del mundo, sigue sin un torneo de relumbrón y Clijsters, que se ha situado en la segunda posición de la clasificación WTA le pisa los talones con 8.515 puntos por 8.655 de la danesa. Por primera vez, desde que se inventó la lista, las diez primeras son de diez países diferentes.