Revuelta popular en Egipto
El Ejército se desmarca de Mubarak y no reprimirá las protestas
El Ejército egipcio anunció ayer que no reprimirá las movilizaciones convocadas para hoy en El Cairo y Alejandría, horas después de que los manifestantes instaran a los militares a elegir y ponerse a favor de las protestas populares o del régimen. De este modo, los intentos del presidente Hosni Mubarak de atraerse al Ejército nombrando a destacados generales como altos cargos del Gobierno, para así mantenerse en el poder, quedaron en papel mojado.
GARA | EL CAIRO
Los manifestantes concentrados en la plaza Tahrir de El Cairo lanzaron un ultimátum al Ejército egipcio para que elija entre el movimiento de protesta y el presidente Hosni Mubarak. «Nosotros, el pueblo y la juventud de Egipto, exigimos a nuestros hermanos de las fuerzas armadas nacionales que definan claramente su postura y se alineen o con la auténtica legitimidad de los millones de egipcios en huelga en las calles o con el bando del régimen que ha matado a nuestra gente, que les ha robado y aterrorizado», proclaman los manifestantes en una declaración publicada por la edición digital del diario opositor «Al-Masri Al-Yum».
Este emplazamiento se produjo mientras decenas de miles de personas continuaban protestando en las calles cairotas y tras el anuncio de un nuevo Gobierno repleto de militares y policías, con lo que Mubarak pretende blindarse para mantener- se en el poder.
Asimismo, la oposición ha llamado a la huelga general y ha convocada para hoy, cuando se cumple una semana del comienzo de las protestas, sendas marchas multitudinarias en El Cairo y Alejandría, en cada una de las cuales esperan reunir a un millón de personas.
El Ejército egipcio aseguró que no utilizará la fuerza contra estas movilizaciones, según informó la televisión pública. Al-Arabiya añadió que los militares comparten las demandas de los manifestantes.
El ministro del Interior, Habib El-Adli, cuya cabeza pedían los manifestantes, fue sustituido por un alto responsable policial, Mahmud Wagdi, considerado próximo a Gamal Mubarak, el hijo del presidente, lo que no contribuyó a calmar los ánimos de los opositores.
El tráfico ferroviario fue suspendido ayer por el Gobierno de Mubarak para tratar de impedir que los manifestantes opositores lleguen a la capital para la manifestación de hoy. Internet y el servicio de telefonía móvil seguían bloqueados, por lo que la difusión de la convocatoria se realizó recurriendo al tradicional boca a boca.
Pese a las movilizaciones populares y a la presión internacional a la que se ve sometido, Mubarak insiste en mantenerse al frente de Egipto y ha apostado al todo o nada por el Ejército para aferrarse al poder. Así, el sábado nombró vicepresidente al jefe de los servicios secretos, el general Omar Suleiman, y a otro general, Ahmad Shafic, primer ministro.
Asimismo, Mubarak visitó ayer el centro operacional de las fuerzas armadas, lo que fue aprovechado por la televisión pública para intentar dar una imagen de fuerza, a pesar de que las grietas en el sistema cada vez son más grandes.
El propio general Suleiman pidió a Mubarak que renuncie al cargo y a los intentos de colocar a su hijo Gamal como heredero, como parte de una estrategia para superar la actual crisis sin tener que derribar el actual sistema, según informó el diario «Al-Shuruk».
A juicio de Amr El-Shobaki, del centro Al-Ahram de Estudios Políticos, los nombramientos de los generales Suleiman y Shafic no sirven para calmar el malestar popular.
«El problema no son Suleiman y Shafic como personas, sino el modo en el que han sido nombrados. No se ha consultado al pueblo. Mubarak lo ha hecho al antiguo modo», destaca.
«Estamos asistiendo a una vuelta del pueblo egipcio. Hay que hablar de reformas, hay que dirigirse a los jóvenes que han pagado un precio muy en esta revuelta popular», subraya Amr El-Shobaki.
Detrás de una imagen de fortaleza, estos nombramientos muestran también un debilitamiento de la posición de Mubarak, que desde que llegó al poder en 1981 se había negado reiteradamente a designar un vicepresidente para así evitar que pudiera hacerle sombra.
Fuerza y debilidad
«Mubarak se encuentra hoy en un impasse. Únicamente puede contar con los militares», considera Rabab Al-Mahdi, politólogo en la Universidad Americana de El Cairo.
El nombramiento de los dos generales tenía como objetivo, según Al-Mahdi, atraer al Ejército a sus posiciones tras la lección tunecina, donde fueron los militares quienes expulsaron al presidente Zine El-Abidine ben Ali. Pero no parece que lo haya conseguido. Aunque Suleiman está considerado como próximo a Mubarak, también ha aparecido en las quinielas que se han hecho sobre los sucesores del rais, que tiene ya 82 años.
En un cable estadounidense, difundido por Wikileaks, se revela que Washington consideraba desde 2007 a Suleiman como una posible «personalidad de transición».
Jane Meyer recordaba en «The New Yorker» que Suleiman, como responsable de los servicios secretos, conocía que la CIA instaló en Egipto cárceles secretas a las que trasladó a sospechosos de «terrorismo» de todo el mundo para ser sometidos a interrogatorios en los que se denunció que se empleó la tortura sistemáticamente.
A todo ello, hay que añadir otros síntomas que revelan una descomposición del régimen de Hosni Mubarak.
Así, la televisión anunció la expulsión del Partido Nacional Democrático (PND, en el poder) del magnate de la siderurgia Ahmad Ezz, considerado como la cabeza pensante de Gamal Mubarak, el ambicioso hijo del rais y considerado como el más poderoso de sus posibles sucesores.
La prensa gubernamental del domingo atacaba con dureza a este empresario, que hasta hace escasos días aparecía como intocable y que ahora es acusado de saboteador por el diario «Al-Akhbar».
En este contexto, los Hermanos Musulmanes, congregación islámica que ha protagonizado la oposición en Egipto en las últimas décadas, rechazaron el nuevo Gobierno de Mubarak y llamaron a continuar con las manifestaciones hasta la caída del régimen.
«Los Hermanos Musulmanes anuncian su rechazo total a la composición del nuevo Gobierno, que no respeta la voluntad del pueblo», proclamaron antes de reclamar que «todo el régimen -presidente, partido, ministros y Parlamento- abandonen el poder».
Quien sí mostró su apoyo a Mubarak y a los generales Suleiman y Shafic fue el Papa copto, Shenuda III, en sus primeras declaraciones desde que comenzaran las protestas.
«Agradecemos al presidente Mubarak que haya intervenido en los incidentes y haya nombrado a Omar Suleiman y Ahmed Shafic. Ambos tienen el aprecio y el respeto de toda la gente», apuntó Shenuda III, líder espiritual de los coptos -en torno al 10% de la población egipcia-, en declaraciones a la televisión pública.
Un grupo de diez manifestantes comenzó ayer a las 18.00 (17.00, en Euskal Herria) una huelga de hambre en la plaza Tahrir de El Cairo. Estaba previsto que cada quince minutos se sumara una persona más hasta lograr la marcha de Mubarak.
El canal de Suez, eje estratégico del comercio mundial, funciona «a plena capacidad», informaron ayer los medios oficiales citando a un responsable del canal. «No nos afectan los acontecimientos actuales», declaró en la televisión.
Los manifestantes egipcios ponen en duda el papel de liderazgo que puede jugar Mohammed El-Baradei, que es criticado por sus frecuentes ausencias del país y que no cuenta con el apoyo de la población. «Es una buena persona, pero no nos representa porque no ha estado en Egipto en los últimos años», dijo ayer a la agencia Efe en la plaza Tahrir el ingeniero Islam Adli, que ha participado en las protestas desde el primer días y considera que El-Baradei «no conoce Egipto ni las reivindicaciones del pueblo».
De hecho, la figura del premio Nobel de la Paz (2005) y ex responsable de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) no parece la más adecuada para liderar una coalición opositora que va desde la oposición laica a los Hermanos Musulmanes, pasando por una nebulosa de internautas.
Barbudos, viejos izquierdistas, militantes pro-democracia..., el movimiento de protesta sin precedentes contra el régimen de Hosni Mubarak agrupa a distintos perfiles de la sociedad egipcia, entre los que destaca la fuerte presencia de la congregación de los Hermanos Musulmanes.
«Aquí hay extremistas, moderados, cristianos, musulmanes, todo tipo de gente. Es la primera vez que estamos juntos desde la Revolución de Saad Zaghlul», destaca Naguib, otro manifestante, que hace referencia al líder del levantamiento contra el poder colonial británico en 1919.
«En la televisión estadounidense dicen que si Mubarak cae, llegarán los Hermanos Musulmanes. Eso no es cierto», destaca Tamer, otro manifestante. GARA
El vicepresidente egipcio, Omar Suleiman, reveló ayer por la noche en la televisión pública que el presidente Hosni Mubarak le ha encomendado iniciar «inmediatamente un diálogo con todos los partidos políticos» para acordar una «reforma constitucional y legislativa». GARA
El agravamiento de la situación en Egipto podría suponer un bloqueo de las rutas petroleras estratégicas y provocar una escasez de crudo, pero la OPEP está dispuesta a aumentar la producción, según su secretario general.