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Txisko Fernández Periodista

Diferencias entre Berlín y El Cairo

El mundo árabe está ocupando durante estas últimas semanas el centro del planeta informativo. No hay medio de comunicación que no haya aportado su puñado de arena a la enorme montaña de crónicas y análisis que se está levantando en torno a las revueltas populares en el Magreb y Oriente Próximo.

Como si observáramos un concurso de caída de fichas de dominó, cuando Túnez y Egipto han comenzado a tambalearse, ya damos por seguro que el cambio político afectará, en una u otra media, al resto de estados de la región. No hay que descartar que este movimiento telúrico alcance el mismo nivel que el establecido por la caída del Muro de Berlín hace veintiún años. Por ello mismo, antes de establecer polémicas comparaciones, cabe destacar algunas diferencias entre lo que sucedió con el desmantelamiento de la URSS y lo que está ocurriendo en «la otra orilla» del Mare Nostrum.

Resulta que los principales gobiernos que aplaudieron y animaron el cambio político en el bloque soviético son los mismos que han mantenido en pie los régimenes árabes que están desmoronándose. Y ésta no es una diferencia menor. Durante los dos últimos siglos, el destino de las grandes comunidades políticas y sociales del mundo árabe se establecía en los salones de París, Londres, Washington, Roma o Berlín; tras la Segunda Guerra Mundial, esas mismas potencias trazaron las líneas que hoy dividen el mapa de la región, incluyendo las del gran gueto judío creado en Palestina y convertido en el Estado de Israel; y, hasta hoy mismo, han alimentado a quienes ahora se denomina «dictadores» desde las propias cancillerías occidentales.

Por cierto, repasando las movilizaciones de apoyo, que se extienden desde Marruecos hasta Indonesia, se echa de menos, y mucho, la solidaridad de la ciudadanía europea. Aquellas plazas que clamaban contra la guerra de Irak parecen espacios mudos ante la lucha por la libertad en Egipto y Túnez. ¿Por qué tanta (in)diferencia? ¿No será, precisamente, porque reclaman democracia tomando las calles?

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