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LEGALIZACIÓN DE LA IZQUIERDA ABERTZALE

Una renovación en profundidad

La izquierda abertzale llega a la presentación de mañana después de haber desarrollado un profundo debate y de haber realizado una renovación de su apuesta estratégica en un contexto difícil, marcado por la constante represión, con cerca de una decena de redadas que, sin embargo, no han conseguido abortar la apuesta por una estrategia eficaz del independentismo, que ahora se ve materializada.

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Iñaki IRIONDO

El 14 de noviembre de 2009 quedará marcado en el calendario político de Euskal Herria como una fecha importante. Daba continuidad a otro 14 de noviembre también señalado, el de 2004, cuando la izquierda abertzale hizo pública la propuesta de Anoeta. Cinco años después, más de un centenar de personas de distintas sensibilidades, de variada militancia organizativa y de un amplio espectro generacional comparecieron en Altsasu para decir que «la nueva fase necesita de nuevas estrategias, políticas de alianzas e instrumentos». La izquierda abertzale se comprometió solemnemente en aquel acto con un proceso pacífico y democrático.

Apenas un mes antes, el 13 de octubre de 2009, las huestes de Alfredo Pérez Rubalcaba habían intentado abortar el inicio de la renovación con la detención de Arnaldo Otegi, Rafa Díez Usabiaga, Arkaitz Rodríguez, Miren Zabaleta, Sonia Jacinto, Txelui Moreno, Mañel Serra, Amaia Esnal y Rufi Etxeberria.

Como decía recientemente Arnaldo Otegi en su entrevista en GARA, «fabricaron una acusación falsa y nos encarcelaron precisamente porque sabían exactamente lo que tratábamos de hacer y querían impedirlo... pero llegaron tarde».

A los pocos días, Batasuna ponía en manos de las bases de la izquierda abertzale el documento «Fase politikoaren eta estrategiaren argipena» para su debate en todas las asambleas locales y de barrio. Allí aparecían recogidas las reflexiones que los detenidos y otras muchas personas habían ido haciendo durante meses y que la operación policial no pudo evitar.

Aquella declaración de Altsasu supuso un impulso al debate que estaban desarrollando ya las bases del independentismo. Un número importante de militantes significativos hicieron pública su apuesta por una reconducción de la estrategia seguida durante décadas. Fue la primera de una serie de comparecencias masivas (cada vez mayores, por cierto) que en estos catorce meses han ido marcando la evolución estratégica de este movimiento.

En estos meses, la izquierda abertzale ha adaptado sus instrumentos a los nuevos tiempos y a esta etapa política que ha ayudado a configurar en sus cincuenta años de lucha. Apuesta inequívocamente por el uso de las vías exclusivamente pacíficas y democráticas, con una resolución teórica y práctica que se confirma en estos días y que no se había producido en toda su historia.

Además, en este periodo ha transformado también su propia organización y funcionamiento interno, adaptando unas formas estatutarias que ahora se dan a conocer. Y, por si todo ello fuera poco, ha iniciado un nuevo camino de alianzas con otras fuerzas, que el 20 de junio se hizo visible con el acuerdo suscrito con Eusko Alkartasuna en el Palacio Euskalduna, y que recientemente, el 16 de enero, subió otro peldaño con la firma de «Euskal Herria Ezkerretik», al que se ha sumado también Alternatiba, un partido surgido de una corriente ideológica de izquierda que, hasta no hace tanto, había discurrido casi en paralelo al abertzalismo sin demasiados puntos de contacto.

El debate de la izquierda abertzale concluyó hace un año con la resolución «Zutik Euskal Herria» y en él las bases ratificaron que los únicos instrumentos y garantías de avance del proceso democrático son la lucha política, la acumulación de fuerzas y el apoyo popular.

En esa resolución se determina con nitidez que «para avanzar en esta apuesta política, en el futuro la izquierda abertzale deberá disponer de una formación política legal para la intervención político-institucional, así como para participar en la mesa de partidos políticos donde se logre el acuerdo político resolutivo». Y se añade, de modo clarificador, que «le corresponderá a dicha formación, sea cual sea su nombre y estructura legal, ser la referencia de todos los independentistas y socialistas de Euskal Herria en la práctica política, de masas, ideológica e institucional a desarrollar en el proceso democrático».

Ése es el punto en el que ahora nos encontramos, la presentación de una nueva formación cuyas bases políticas y organizativas se marcaron también en otra comparecencia masiva, celebrada en Iruñea, avalada esta vez por la presencia de unos trescientos militantes. Fue allí donde la izquierda abertzale anunció que sus estatutos cumplirían la Ley de Partidos, aunque siga considerando que se trata de una imposición antidemocrática.

En la comparecencia se fijó que el objetivo es la independencia y el socialismo, y que en la lucha para su consecución «no hay cabida para la coacción violenta». Se remarcó, ade- más, «que el compromiso de este nuevo proyecto con las vías exclusivamente políticas y democráticas debe ser firme e inequívoco, no sujeto a variables tácticas o factores coyuntura- les y, por tanto, deberá rechazar el uso de la violencia o la amenaza de su utilización como método para el logro de objetivos políticos».

Desde la declaración de Altsasu hasta la presentación de la nueva formación, la izquierda abertzale no sólo ha hecho una profunda renovación estratégica, también ha sabido tejer nuevas complicidades, estableciendo relaciones de confianza con sectores con los que anteriormente se cruzaban miradas de reojo. Baste observa para ello que para el acto de mañana ha contado con la colaboración explícita de Lokarri. Una muestra de «cintura» y buen hacer por ambas partes.

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