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Mikel Epalza 2011/2/4

La semilla de la paz en tierra vasca

(Fuente: «La Croix». Traducción de GARA)

(...) El comunicado de ETA representa para una gran parte del Pueblo Vasco una bocanada de esperanza, un soplo de aire nuevo que permite esbozar un futuro común entre adversarios de ayer, entre víctimas de las dos partes; un futuro que no sea dictado ni por la amenaza ni por la represión ilegítima sino por la palabra compartida, por el diálogo político. (...)

(...) Este comunicado de ETA es el fruto de un intenso trabajo de negociación entre las diversas fuerzas políticas. (...)

Tres factores de peso refuerzan la idea de que «este alto el fuego permanente, general y verificable» tenga que tomarse en serio:

Uno: Batasuna y las fuerzas de izquierda vascas han dado definitivamente la espalda a la violencia. No cesan de proclamarlo tras un año entero de debate interno que ha desembocado en la apuesta por la participación democrática como única vía política. Dos: ETA no ha cometido atentados desde hace 17 meses y en sus diversos comunicados insiste en su «conversión» política basada en el cese de la lucha armada.

Tres: por primera vez, este alto el fuego se ha abordado bajo la garantía de observadores internacionales, además, de peso (varios premios Nobel de la paz...), que han reconocido que el comunicado de ETA es verosímil y prometedor. La Unión Europea es garante del proceso de paz desencadenado por la decisión de ETA y por el mundo político vasco.

Por su lado, los obispos de las diócesis vascas han reconocido el paso «histórico» dado por ETA. (...)

Algunos exigen que ETA entregue las armas. Al fin y al cabo, es la sociedad vasca la que ha dejado las armas que constituían la estrategia de ETA desde hace 51 años. El acontecimiento significativo de este principio de 2011 es que la sociedad vasca está definitivamente «armada» para la construcción de la paz. Es una gran noticia que tiene regusto de Evangelio.

Deseo que, a pesar de las nubes de escepticismo o de pesimismo, los medios de comunicación y las personas de cualquier horizonte se dejen atrapar por el viento de paz que ha invadido el País Vasco. Una paz evidentemente dolorosa que obliga al respeto debido a todas las familias que han sufrido y sufren todavía por el conflicto. Que nunca más se alce un arma en nombre del Pueblo Vasco. Que los gobiernos renuncien a la vía represiva como en el caso de Aurore Martin, militante de Maule que Francia quiere entregar a la justicia española aunque no haya cometido delito alguno. Que los 750 presos sean tratados conforme a la legislación europea.

La paz es una planta tan frágil que cualquier nimiedad es suficiente para poner en riesgo su crecimiento. Es tan pequeña que necesita de todos para germinar, incluso de nuestros gobernantes. Ése es el gran reto del futuro. O bien se atiende la voz de los escépticos o bien se agarra la semilla de la paz y se acepta ser su jardinero sembrándola en nuestras conciencias.

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