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Raimundo Fitero

Claroscuro

La Sexta estrenó un serial titulado «Princesas de barrio», realizado por el mismo equipo que hizo hace unas semanas lo de las mujeres ricas, y nos sitúa ante una realidad socio-cultural bastante reconocible. Cuatro jóvenes mujeres entre los diecinueve años y los veinticinco, que representan a un tipo de juventud perteneciente a una clase media que viene marcada por una falta de arraigo cultural más allá de lo televisivo, lo popular, que tienen como objetivos de vida, la supervivencia o el ascenso por caminos precipitados, atajos, que casi siempre tienen que ver con lo que se transmite del famoseo, con una radical clonación en formas del léxico y la prosodia de Belén Esteban.

Dejando aparte todo lo que tenga de documento social o sociológico, entendiendo que se trata de una extrapolación, de unos casos que habrán sido seleccionados para que den juego televisivo, lo cierto es que de cuatro, dos están operadas de los pechos. Es decir que la estética, el lenguaje, los lugares por donde se mueven, sus propias casas, nos recuerdan mucho a aquella serie de título tan nefasto, pero de contenido tan apropiado, «Sin tetas no hay paraíso». En ella se retrataban de manera esquinada estos seres.

Y es que la maternidad primeriza de una de ellas, que trabaja a horas en una fábrica de aerosoles, el paro de otra, el trabajo de gogó de una tercera o la de cantante de orquesta de la cuarta, son un muestrario muy sesgado, claro que sí, pero sus comportamientos o sus reflexiones sobre la vida, el futuro, la realidad en la que viven son genuinas y comunes. Todas rozando el fracaso escolar, una de ellas confiesa que nunca ha leído un libro, lo que podríamos considerar como positivo es la libertad sexual que transmiten, aunque esa obsesión por mejorarse con cirugía nos coloca ante esta obcecación un tanto de dependencia hacia el gusto machista, esa propaganda constante que son los anuncios publicitarios, ese modelo de mujer que nos venden.

Se podría mirar este documento al revés, como si existiera una mirada crítica, una especie de ridiculización de estas mujeres. Yo no lo encuentro, pero sí que se trata de un claroscuro, que es lo adecuado para irlas entendiendo.

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