Maite SOROA | msoroa@gara.net
Otra vez hablan del «contubernio»
La presentación en sociedad del nuevo partido político que impulsa la izquierda abertzale ha puesto nervioso a más de uno. Y no se molestan ni siquiera en disimular.
El editorialista de «El Mundo» proclamaba ayer que «la nueva marca proetarra debe ser anulada». A partir de ahí se pueden imaginar el tenor del editorial.
El escriba de Pedro J. Ramírez aprovechaba para apretarle las tuercas a ZP: «Ha llegado el día en el que el Gobierno debe demostrar que el mensaje de que ETA no se volverá a colar en las instituciones no era retórico». O sea que tiene que prohibir sin saber qué es lo que prohíbe.
Y para que quede claro que el objetivo no es si aparece o desaparece la violencia política, el asalariado de «El Mundo» lo deja claro: «Para sortear la legalidad, en los estatutos harán una referencia genérica al rechazo de «la futura violencia». Es obvio que con esta treta no basta». Nada, pues, que no pudiera esperarse de tamaños «demócratas» de nuevo cuño.
En el mismo rotativo Federico Jiménez Losantos se mostraba más contundente aún: «Que el Gobierno y el PSOE quieren ver a ETA en las elecciones municipales lo prueba que no hayan querido disolver los más de 40 municipios vascos y navarros donde los proetarras de ANV cobran el salario del miedo legalizado». Se le olvida el pequeño detalle de que ANV gobierna allí donde lo decidió la ciudadanía. Cosas de la democracia...
En «El Correo Español» era Tonia Etxarri la encargada de dar la voz de alarma ante la posibilidad de que los independentistas puedan medir sus fuerzas en igualdad de condiciones con el resto de opciones.
Según Etxarri, la condición exigible es «que condenen no sólo la violencia futura sino la que nos ha sembrado las calles con 857 muertos». Algún día habrá que abrir el libro de la historia y contar las responsabilidades de cada cual. Y alguna tendrá razones para meterse debajo de una piedra.
También en «La Razón» rugían porque «sería muy grave que los demócratas se prestaran de alguna forma al juego de ETA». Pero para tranquilizar a su tropa agregaban que «queremos pensar que el Gobierno se mantendrá firme en defensa de la legalidad y que no se prestará a contubernio alguno». ¿Contubernio?