ESQUÍ Campeonato del Mundo
Garmisch versus Partenkirchen
Separadas por un río y forzadas por Hitler a unificarse en 1935, la dos partes de esta famosa estación invernal se esfuerzan en mantener su idiosincrasia.
S. PERTUISET | GARMISCH-PARTENKIRCHEN
Sobre el papel, una raya conecta Garmisch-Partenkirchen, sede del Mundial de esquí alpino que vivió ayer su ceremonia de inauguración y que se prolongará hasta el 20 de febrero. Pero los dos pueblos que Adolf Hitler obligó a fusionarse para conseguir los Juegos Olímpicos de invierno de 1936 siguen defendiendo con celo su identidad.
Por un lado, Partenkirchen, pueblo tranquilo con viejas granjas pintadas que parecen ancladas en otro siglo. Por otro lado Garmisch, sus elegantes tiendas, sus calles modernas, sus animados cafés. Un pequeño río y la línea ferroviaria entre ellos, pero para algunas mentes casi un mundo.
«Por favor, no habléis solamente de los Campeonatos del Mundo de Garmisch», suplica Gerd Rubenbauer, responsable de relaciones con los medios. «Siempre tenemos que mantener un equilibrio. En primer lugar, hubo temor porque todas las ceremonias son en Garmisch. Luego se plantearon problemas con las dos mascotas, un niño y una niña. Ninguna de las dos poblaciones quería atribuirse la niña».
Estas rencillas tienen sus orígenes en un lejano pasado, cuando Partenkirchen floreció gracias a ser punto de parada en la vía romana que unía Venecia con Augsburgo, mientras que los habitantes de Garmisch sobrevivían a duras penas.
En 1935, Hitler forzó la unión. Un estadio semicircular, flanqueado por grandes estatuas humanas, es lo que queda de los días de gloria del régimen nazi.
«Mi bisabuelo, un puro Garmisch, fue un ferviente opositor a la fusión. Nunca voy a comprar una casa en Partenkirchen, son personas diferentes», afirma el hostelero Rainer Keilwerth antes de añadir que «estoy bromeando un poco, pero incluso si no hay ningún problema, nuestras tradiciones, nuestras costumbres, incluso el dialecto es diferente». Su familia reside allí desde el siglo XIX.
Sólo hay un Ayuntamiento, pero varias instituciones están duplicadas, empezando por los clubes de esquí. Felix Neureuther, una de las estrellas del equipo alemán, reside en Garmisch pero compite bajo los colores del club de Partenkirchen. «Si eres de Garmisch no puedes esquiar para Partenkirchen, me suelen decir».
Él prefiere no hacer diferencias, aunque recuerda que «cuando éramos pequeños había una gran rivalidad entre los dos clubes de esquí. Siempre estábamos tratando de burlarnos de los otros. Pero ahora no es tan duro como en el pasado».
El alcalde Thomas Schmid se toma estas diferencias como una riqueza. «Todavía se puede ver la estructura de dos pueblos diferentes, realmente puedes sentir la historia, y es una ventaja para el turismo tener ambas cosas. Hay muchos chistes acerca de estas dos identidades. Pero eso es un plus; como todo el mundo trata de ser mejor que el otro, aumenta el nivel».
Para Garmisch-Partenkirchen, nada mejor que los Juegos para soldar la unión. Ambas partes sueñan con ser sede en la cita del año 2018.
La competición arranca hoy con la disputa del Supergigante femenino (11.00). La vigente campeona, Lindsey Vonn, no decidirá su participación hasta última hora, debido a que aún sufre las secuelas de la fortísima caída cuando entrenaba el pasado miércoles. Caso de tomar la salida, la estadounidense será la gran favorita, con 19 podios consecutivos en esta especialidad entre Copa del Mundo, Mundiales y Juegos Olímpicos. La alemana Maria Riesch, la estadounidense Julia Mancuso, las austriacas Andrea Fischbacher, Anna Fenninger, Elisabeth Görgl y Nicole Hosp, y la sueca Anja Pärson también aparecen en las quinielas. GARA