C. VELÁZQUEZ-GAZTELU

La segunda parte parte del ciclo “XXI. mendeko flamenkoa” corrió a cargo del cantaor catalán Juan Rafael Cortés Santiago, Duquende. Su propuesta fue más de lo mismo, dando vueltas una y otra vez al repertorio conocido por la afición. Un inmovilismo creativo no entendido por todos, ya que su voz –eso sí, camaronera donde las haya–, podría proponernos horizontes desconocidos.

Empezó el recital con unas tarantas al cinco por arriba, para pasar a unas soleá por bulerías saturadas de nuevo por los quejíos del de San Fernando. El espacio elegido –el Teatro Barakaldo– fue el idóneo, ya que, a diferencia del espectáculo de  Carmen Linares, éste se realizó en el espacio de formato reducido y así el contacto con el artista era más directo. El repertorio se basó en los cantes menos arriesgados, donde, a sabiendas, el público iba a estar más cómodo: alegrías, bulerías, tangos, fandangos… Al fin y al cabo, los palos que hoy en día toda casa discográfica obligan a los flamencos a meter en sus cd’s, ya que saben a ciencia cierta que venden. El recinto se llenó e incluso hubo quien se quedó en la calle sin entradas.

La noche la salvó Chicuelo, el tocaor oficial de Miguel Póveda, sin salirse del compás en la hora y cuarto que duró el espectáculo aportando falsetas de creación propia con un swing y dulzura fuera de lo común. Los presentes esperábamos un guiño de complicidad por parte del de Sabadell, bien en la manera de tratar el cante o en las propias letras, que no fueran ya grabadas por el inigualable José Monge Cruz. Nos podríamos quedar con unas seguiriyas al compás: «Dicen de mí/ que si yo estoy vivo o muerto./ Y yo les digo,/ que mientras mi corazoncito hierva/ yo venceré a mi enemigo», y por supuesto con las granaínas y malagueñas del Mellizo, que remató en forma de bis.

Hoy en día nos encontramos con cantaores que proponen cantes «globalizados», esto es, cantes sin ningún estilo endogámico o de saga familiar concreta. Si no se pertenece a una estirpe flamenca o no se es de algún lugar de la baja Andalucía con tradición, mejor hacer esos cantes sin raíz a imitarlos sin arte, pellizco ni enjundia.