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CRÓNICA | HISTORIA DE UN VETO

Nafarroa Bai: de los polvos de 2004 a los lodos de 2011

El portazo dado por los actuales socios de Nafarroa Bai a la izquierda abertzale -y extendido a EA- tiene precedente: en enero de 2004, la coalición nació ya con esa premisa impuesta por el PNV. En aquella ocasión, sin embargo, al menos hubo una reunión y se evitó poner ese veto por escrito. Otra diferencia es que Aralar era entonces quien más interesado aparecía en confluir con los ilegalizados, que entonces, como ahora, tendían la mano.

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Ramón SOLA I

El 6 de febrero de 2004, en la sede del PNV en la calle Zapatería de Iruñea, se celebró una reunión muy clarificadora. Los partidos socios de la recién creada Nafarroa Bai se sentaron con la izquierda abertzale -entonces tan ilegal como ahora- para decidir sobre su oferta de un acuerdo electoral para los comicios estatales de marzo. La voz cantante la llevó el anfitrión, José Antonio Urbiola, por aquel entonces presidente del Napar Buru Batzar, y, paradójicamente, representante de la formación probablemente más minoritaria de la coalición.

Entrada ya la noche, de allí salió fumata negra: el PNV impuso su posición y zanjó la opción de acuerdo con la izquierda abertzale. Pernando Barrena explicó que los jelkides habían dejado claro que si se producía un punto de consenso, «el PNV estaría dispuesto a abandonar inmediatamente Nafarroa Bai», algo que se ha vuelto a escuchar estas últimas semanas de boca de Iñigo Urkullu o José Angel Aguirrebengoa.

El asunto se saldó con una nota de prensa en la que Nafarroa Bai exponía dos razones básicas de desacuerdo: las discrepancias sobre «el rechazo expreso y rotundo a cualquier tipo de violencia» y las relativas a «la defensa del derecho de decisión de la ciudadanía navarra». Dos motivos que ya no podrían usarse para justificar el veto a la izquierda abertzale en 2011.

Los interlocutores de NaBai en aquella reunión crucial fueron Urbiola en nombre del PNV, Mikel Irujo en el de EA, Miren Egaña por parte de Aralar y Jesús Urra y Josetxo Arbizu desde Batzarre. Resulta curioso comprobar que a día de hoy sólo el primero continuaría en aquella ocasión. Batzarre ya ha abandonado Nafarroa Bai, EA tiene un acuerdo estratégico con la izquierda abertzale, y Egaña no está en Aralar y es una de las firmantes de la carta pública en favor de un acuerdo amplio entre abertzales y de izquierdas en el herrialde. Pero, sin embargo, el veto sigue, de nuevo con el PNV como ejecutor principal, y con la novedad de que esta vez la dirección de Aralar ha asumido su defensa, aun a costa de empujar a EA fuera de la coalición.

Los tres ejes de Aralar

De hecho, tras aquella oferta de colaboración electoral lanzada por la izquierda abertzale, fue Txentxo Jiménez (coordinador de Aralar en Nafarroa) quien públicamente se mostró más dispuesto a una entente.

El guante había sido lanzado por Arnaldo Otegi en un mitin en el Polideportivo Anaitasuna, el 24 de enero. La izquierda abertzale anunciaba que pediría el voto para Nafarroa Bai si la coalición «daba por adecuados» los contenidos y la filosofía de la Propuesta de Bergara, una apuesta por una lista única pro-autodeterminación lanzada un mes antes.

Ante ello, PNV y EA mantuvieron posiciones coherentes con las actuales. Los jelkides argumentaron que confluir con la izquierda abertzale podía resultar peligroso para la coalición, dado que se trataba de un sector ilegalizado; éste fue el principal argumento de Urbiola en la reunión decisiva. EA incidió en que la izquierda abertzale debía hacer un posicionamiento claro en torno a la violencia para poder llegar a acuerdos. Batzarre, por su parte, añadió que había además otro tipo de diferencias de carácter programático, que de hecho han sido las que han derivado en su abandono de Nafarroa Bai hace unos meses.

Por contra, Aralar valoró que era posible un acuerdo con la izquierda abertzale. En un artículo publicado en GARA, Jiménez dijo que pasaba sólo por la aceptación de tres ejes programáticos: «el reconocimiento de la pluralidad de la sociedad navarra y vasca», incluyendo «la apuesta por las vías políticas rechazando el ejercicio de cualquier clase de violencia»; «la defensa de la capacidad de la ciudadanía navarra para decidir por sí misma»; y «la lucha por la consecución de una sociedad más justa».

Siete años después, la izquierda abertzale ha presentado a NaBai una propuesta programática que incluye estas tres cuestiones, e incluso las amplía. Pero la coalición -o lo que queda de ella- ha vuelto a decir no. Aquel veto con que arrancó en 2004 se ha materializado, además, por escrito y sin celebrar siquiera una reunión. Aquellos polvos trajeron estos lodos.

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