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La inmigración turca alegró la opaca jornada de la Berlinale

La inmigración turca alegró ayer con «Alemanya. Willkommen in Deutschland» una jornada algo opaca de la Berlinale en la que el país anfitrión presentó «Schlafkrankheit», un retrato del desarraigo del cooperante en África, y EEUU concursó con un remedo de «Precious».

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Gemma Casadevall-EFE |

La historia de Hüseyin, un turco que entra en Alemania detrás del portugués Armando Rodrigues, convertida por sus nietas Yasemin y Nersin Samdereli -directora y guionista, respectivamente- en una comedia bienintencionada, desengrasó el sábado y hizo soltar risas y alguna lágrima al personal. La película, exhibida en la sección oficial aunque fuera de concurso, desembarcó en la Berlinale como antídoto a las tesis islamófobas de Thilo Sarrazin, el ex directivo del Bundesbank que dejó su puesto tras el revuelo causado por su best-seller en el que anuncia la «descomposición de Alemania» a causa de su islamización. Guste o no, el libro de Sarrazin es récord de ventas de la última década en el género no-ficción.

El film de las hermanas Samdereli venía apadrinado por el director del festival, Dieter Kosslick, para quien «Alemanya» sirve para mostrar «lo que los alemanes nos perdemos, por eso de no ser medio turcos». Es una comedia familiar y multigeneracional, que a veces roza la astracanada y que, a medida que avanza, pierde la frescura inicial, pero que permite echar unas risas y también entender los miedos de una familia de Anatolia en un país donde, les dicen, se cuelgan en las paredes hombres crucificados y sólo se comen patatas. «Es una película plagada de anécdotas reales, como el pavor al crucifijo o la extrañeza de los niños, llegados de Anatolia, ante esos alemanes que sacan a pasear al perro atadito a una cadena», explicó Yasemin, la directora.

Fría acogida

Más profunda, y de digestión difícil, es la reflexión que ofrece «Schlafkrankheit» (La enfermedad del sueño), de la situación del cooperante en África, desarraigado e integrado a la vez, que hace equilibrios entre el no comportarse como un neocolonialista más y no dejar que se le tome el pelo.

El filme, primera aportación a concurso de la cinematografía anfitriona, fue acogido con cierta frialdad en el pase para la prensa, pero al menos se evitó la desbandada que provocó «Yelling to te Sky». Dirige esta producción estadounidense la debutante Victoria Mahoney, que coloca en su película a Zoe Kravitz junto a Gabourey Sidibe -la descomunal protagonista de «Precious»- al servicio de un argumento que incide en la marginalidad y la droga en las escuelas.

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