revueltas populares en el mundo árabe
El Ejército egipcio promete un poder civil y respetar el tratado con Israel
Tras la marcha de Hosni Mubarak, el Ejército hizo gala de su poder en Egipto, calmando los temores de que El Cairo pueda girar en su política de amistad con Israel y EEUU. Los militares confirmaron que mantendrán los tratados internacionales firmados. Además, prometieron ceder el poder a los civiles, pero sin dar fecha.
GARA |
El Ejército, depositario del poder tras la caída del presidente Hosni Mubarak, prometió ayer «una transición pacífica hacia un poder civil electo» y se comprometió a respetar los tratados internacionales firmados por Egipto, entre los que se incluyen los acuerdos de paz con Israel.
Al mismo tiempo, los egipcios continuaban festejando ayer el derrocamiento de Mubarak, que se produjo la víspera por la presión popular tras tres décadas en el poder, y algunos limpiaban la plaza Tahrir de El Cairo, epicentro de la revuelta que comenzó el 25 de enero.
El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, una instancia de dirigentes militares que ha tomado la dirección del país, anunció en su «comunicado número 4» que el Gobierno nombrado por el propio Mubarak días antes de su marcha permane- cerá para asegurar la gestión de los asuntos corrientes.
Egipto «mantendrá sus compromisos con todos sus tratados regionales e internacionales», subrayó. Egipto es, junto a Jordania, el único país árabe que ha firmado un tratado de paz con Israel (1979).
El Estado hebreo, que no ha ocultado estos últimos días sus temores de ver surgir en El Cairo un nuevo poder hostil a este acuerdo, se felicitó de las garantías del Ejército egipcio, añadiendo que este tratado es «una piedra angular para la paz y la estabilidad en todo Oriente Medio».
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, aplaudió públicamente el compromiso de los militares egipcios. «El duradero acuerdo de paz entre Israel y Egipto ha beneficiado mucho a los dos países y es un elemento central de la paz y la estabilidad en el conjunto de Oriente Medio», declaró en plena jornada sabatica.
También el ministro israelí de Exteriores, Avigdor Lieberman, reaccionó al comunicado militar egipcio al asegurar que su país no tiene interés alguno por lo que definió como «asuntos internos egipcios», sino que tan sólo quiere que «se preserve la estabilidad regional y se respete el tratado de paz.
Por su parte, el ministro israelí de Defensa, Ehud Barak, habló por teléfono con su homólogo egipcio, Mohammed Hussein Tantawi, nuevo hombre fuerte del país.
El Ejército egipcio se comprometió también a «una transición pacífica del poder, que preparará el terreno a un poder civil electo para construir un Estado democrático libre», declaró el Consejo en este texto, leído por un militar en la televisión pública, aunque no mencionó ningún plazo.
La comunidad internacional ha multiplicado los llamamientos a una evolución democrática y a una vuelta al poder civil respondiendo a las demandas de los manifestantes que han derrocada a Mubarak.
«El Gobierno actual y los gobernadores continuarán trabajando hasta que se forme el nuevo Gobierno», añadió el Consejo, dirigido por el ministro de Defensa, Mohammed Hussein Tantawi, de 75 años.
Celebraciones en Tahrir
Varios miles de egipcios eufóricos seguían concentrados ayer por la tarde en la plaza Tahrir, mientras voluntarios se afanaban en limpiar el lugar.
Algunos llevaban consignas pegadas en el pecho anunciando “Pedimos disculpas por las molestias, estamos construyendo Egipto” o “Ayer me manifestaba, hoy construyo”.
El Ejército retiró las barricadas y el alambre de espino alrededor de la plaza y grúas levantaban las carrocerías de los coches quemados, recuerdo de los violentos enfrentamientos entre fuerzas de seguridad y manifestantes y, posteriormente, entre partidarios y detractores de Mubarak. Durante esta revuelta se han registrado al menos 300 muertos, según la ONU y la organización Human Rights Watch.
Como señal de que la lucha continúa en otros frentes, el fiscal general prohibió al ex primer ministro Ahmad Nazif, al ex ministro del Interior Habib El-Adli y al actual ministro de Información, Anas El-Fekki, abandonar el país, según la agencia MENA.
La televisión pública, citando fuentes judiciales, añadió que la Fiscalía ha ordenado bloquear las cuenteas de El-Adli, a quien acusan de haberse apropiado de cuatro millones de libras egipcias [500.000 euros] de dinero público.
En Ismailiya, gran ciudad situada junto al canal de Suez, cientos de policías se manifestaron para protestar por la corrupción existente entre sus filas. Por otra parte, unos 600 presos se escaparon ayer de una cárcel de El Cairo tras la revuelta, según los servicios de seguridad que informaron de que se registraron varios muertos y heridos.
La prensa gubernamental egipcia, que hasta ahora había apoyado sin descanso al régimen, saludaba ayer «la Revolución de los jóvenes».
A pesar de la euforia y la incertidumbre, la vida retoma su curso. El toque de queda se ha suavizado. A partir de ahora comenzará a medianoche [23.00, en Euskal Herria] en lugar de a las ocho de la tarde [19.00, en Euskal Herria] y durará hasta las seis de la mañana del día siguiente [5.00, en Euskal Herria]. La Bolsa de El Cairo, que estaba cerrada desde el 27 de enero, tiene previsto abrir el miércoles, según anunció la televisión pública.
La dimisión de Mubarak se produjo en el 18º día de revuelta popular, mientras más de un millón de personas se manifestaba contra el rais a través de Egipto, un país de más de 80 millones de habitantes. Según su partido, abandonó El Cairo para dirigirse a Sharm El-Sheij (Sinaí), donde posee una residencia.
Felicitaciones internacionales
Arabia Saudí, que había apoyado a Mubarak durante la revuelta, se felicitó ayer por «la transición pacífica», mientras que la Autoridad Palestina expresaba su apoyo al pueblo egipcio en su lucha democrática.
La Organización de la Conferencia Islámica (OCI) felicitó a los egipcios y exhortó a los otros dirigentes árabes y musulmanes a acelerar sus reformas.
Más allá de Egipto, el anuncio de la caída del régimen provocó una explosión de alegría en varios países de la región, especialmente en Túnez, donde un movimiento de protesta similar obligó a huir al presidente Zine El-Abidine ben Ali cuatro semanas antes.
En Yemen, miles de jóvenes se manifestaron ayer en Sana’a para reclamar la marcha del presidente Ali Abdallah Saleh, hasta que fueron dispersados por partidarios del partido en el poder, el Congreso Popular General (CGP), armados con palos y porras y armas blancas. «Tras Mubarak es el turno de Ali», corearon en la plaza Tahrir de Sana’a.
En Gaza, 2.000 estudiantes cercanos al movimiento islamista Hamas celebraron la caída de Mubarak. Un millar de árabes israelíes [palestinos] también se manifestaron en Nazaret en apoyo a la revuelta egipcia.
El Ejército, depositario del poder tras la caída del presidente Hosni Mubarak, prometió ayer «una transición pacífica hacia un poder civil electo» y se comprometió a respetar los tratados internacionales firmados por Egipto, entre los que se incluyen los acuerdos de paz con Israel.
Al mismo tiempo, los egipcios continuaban festejando ayer el derrocamiento de Mubarak, que se produjo la víspera por la presión popular tras tres décadas en el poder, y algunos limpiaban la plaza Tahrir de El Cairo, epicentro de la revuelta que comenzó el 25 de enero.
El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, una instancia de dirigentes militares que ha tomado la dirección del país, anunció en su «comunicado número 4» que el Gobierno nombrado por el propio Mubarak días antes de su marcha permane- cerá para asegurar la gestión de los asuntos corrientes.
Egipto «mantendrá sus compromisos con todos sus tratados regionales e internacionales», subrayó. Egipto es, junto a Jordania, el único país árabe que ha firmado un tratado de paz con Israel (1979).
El Estado hebreo, que no ha ocultado estos últimos días sus temores de ver surgir en El Cairo un nuevo poder hostil a este acuerdo, se felicitó de las garantías del Ejército egipcio, añadiendo que este tratado es «una piedra angular para la paz y la estabilidad en todo Oriente Medio».
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, aplaudió públicamente el compromiso de los militares egipcios. «El duradero acuerdo de paz entre Israel y Egipto ha beneficiado mucho a los dos países y es un elemento central de la paz y la estabilidad en el conjunto de Oriente Medio», declaró en plena jornada sabatica.
También el ministro israelí de Exteriores, Avigdor Lieberman, reaccionó al comunicado militar egipcio al asegurar que su país no tiene interés alguno por lo que definió como «asuntos internos egipcios», sino que tan sólo quiere que «se preserve la estabilidad regional y se respete el tratado de paz.
Por su parte, el ministro israelí de Defensa, Ehud Barak, habló por teléfono con su homólogo egipcio, Mohammed Hussein Tantawi, nuevo hombre fuerte del país.
El Ejército egipcio se comprometió también a «una transición pacífica del poder, que preparará el terreno a un poder civil electo para construir un Estado democrático libre», declaró el Consejo en este texto, leído por un militar en la televisión pública, aunque no mencionó ningún plazo.
La comunidad internacional ha multiplicado los llamamientos a una evolución democrática y a una vuelta al poder civil respondiendo a las demandas de los manifestantes que han derrocada a Mubarak.
«El Gobierno actual y los gobernadores continuarán trabajando hasta que se forme el nuevo Gobierno», añadió el Consejo, dirigido por el ministro de Defensa, Mohammed Hussein Tantawi, de 75 años.
Celebraciones en Tahrir
Varios miles de egipcios eufóricos seguían concentrados ayer por la tarde en la plaza Tahrir, mientras voluntarios se afanaban en limpiar el lugar.
Algunos llevaban consignas pegadas en el pecho anunciando “Pedimos disculpas por las molestias, estamos construyendo Egipto” o “Ayer me manifestaba, hoy construyo”.
El Ejército retiró las barricadas y el alambre de espino alrededor de la plaza y grúas levantaban las carrocerías de los coches quemados, recuerdo de los violentos enfrentamientos entre fuerzas de seguridad y manifestantes y, posteriormente, entre partidarios y detractores de Mubarak. Durante esta revuelta se han registrado al menos 300 muertos, según la ONU y la organización Human Rights Watch.
Como señal de que la lucha continúa en otros frentes, el fiscal general prohibió al ex primer ministro Ahmad Nazif, al ex ministro del Interior Habib El-Adli y al actual ministro de Información, Anas El-Fekki, abandonar el país, según la agencia MENA.
La televisión pública, citando fuentes judiciales, añadió que la Fiscalía ha ordenado bloquear las cuenteas de El-Adli, a quien acusan de haberse apropiado de cuatro millones de libras egipcias [500.000 euros] de dinero público.
En Ismailiya, gran ciudad situada junto al canal de Suez, cientos de policías se manifestaron para protestar por la corrupción existente entre sus filas. Por otra parte, unos 600 presos se escaparon ayer de una cárcel de El Cairo tras la revuelta, según los servicios de seguridad que informaron de que se registraron varios muertos y heridos.
La prensa gubernamental egipcia, que hasta ahora había apoyado sin descanso al régimen, saludaba ayer «la Revolución de los jóvenes».
A pesar de la euforia y la incertidumbre, la vida retoma su curso. El toque de queda se ha suavizado. A partir de ahora comenzará a medianoche [23.00, en Euskal Herria] en lugar de a las ocho de la tarde [19.00, en Euskal Herria] y durará hasta las seis de la mañana del día siguiente [5.00, en Euskal Herria]. La Bolsa de El Cairo, que estaba cerrada desde el 27 de enero, tiene previsto abrir el miércoles, según anunció la televisión pública.
La dimisión de Mubarak se produjo en el 18º día de revuelta popular, mientras más de un millón de personas se manifestaba contra el rais a través de Egipto, un país de más de 80 millones de habitantes. Según su partido, abandonó El Cairo para dirigirse a Sharm El-Sheij (Sinaí), donde posee una residencia.
Felicitaciones internacionales
Arabia Saudí, que había apoyado a Mubarak durante la revuelta, se felicitó ayer por «la transición pacífica», mientras que la Autoridad Palestina expresaba su apoyo al pueblo egipcio en su lucha democrática.
La Organización de la Conferencia Islámica (OCI) felicitó a los egipcios y exhortó a los otros dirigentes árabes y musulmanes a acelerar sus reformas.
Más allá de Egipto, el anuncio de la caída del régimen provocó una explosión de alegría en varios países de la región, especialmente en Túnez, donde un movimiento de protesta similar obligó a huir al presidente Zine El-Abidine ben Ali cuatro semanas antes.
En Yemen, miles de jóvenes se manifestaron ayer en Sana’a para reclamar la marcha del presidente Ali Abdallah Saleh, hasta que fueron dispersados por partidarios del partido en el poder, el Congreso Popular General (CGP), armados con palos y porras y armas blancas. «Tras Mubarak es el turno de Ali», corearon en la plaza Tahrir de Sana’a.
En Gaza, 2.000 estudiantes cercanos al movimiento islamista Hamas celebraron la caída de Mubarak. Un millar de árabes israelíes [palestinos] también se manifestaron en Nazaret en apoyo a la revuelta egipcia.