Joseba ITURRIA I

Anoeta se ha quedado pequeño hoy ante la primera visita de Osasuna tras el descenso, con el morbo del recuerdo de lo sucedido en la antepenúltima jornada de la temporada 2006-07, cuando la Real quedó casi descendida tras perder en Iruñea. En Donostia no se ha olvidado aquel partido, que siempre se ha ligado a lo que pasó en Anoeta seis años antes. Más que ése, en el que Osasuna tenía una mínima opción de descender, uno recuerda el del año anterior. En la jornada 29, la Real quedaba en puestos de descenso tras perder 2-0 en Iruñea y Gonzalo Arkonada era destituido en una grave crisis. Esa semana Krutxaga, capitán rojillo entonces, descalificó a este periodista por pedir a la afición de Osasuna que animase ese día a la Real a pesar de sus opciones europeas porque de bien nacidos es ser agradecidos. Gracias a lo que pasó en Anoeta, los jugadores rojillos y sus seguidores han estado en Primera los últimos diez años ininterrumpidamente. Después de lo que dijo ese día Krutxaga y lo que hizo su equipo, uno no esperaba nada distinto al año siguiente. Cada cual es dueño de su conciencia y la de los futbolistas rojillos que vivieron esos años no puede estar tranquila, pero hay que diferenciar a esos jugadores y a su afición. Guipuzcoanos y navarros siempre se han llevado muy bien y lo que pasó en aquellos partidos no puede cambiarlo. La relación entre los seguidores debe seguir igual o mejor y la de hoy tiene que ser otra fiesta de hermandad entre aficiones amigas.