De la Iglesia recordó en los Goya que «internet es la salvación»
Tanto o más que los premios, su discurso de despedida de la presidencia de la Academia estatal de cine era lo más esperado de la noche de los Goya. Álex de la Iglesia efectuó una declaración de intenciones en toda regla: el cine está en un punto de no retorno, hacen falta cambios creativos y los internautas no son el enemigo, sino el público.
Amaia EREÑAGA |
Serio, incluso en el posado ante los medios gráficos previo a la gala -su foto junto a la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, era lo más esperado de la noche-, el cineasta Álex de la Iglesia se enfrentaba ayer a una gala cuanto menos que turbulenta: concretaba su dimisión de la presidencia de la Academia de Cine por su desacuerdo con la Ley Sinde, y su película, «Balada triste de trompeta», acumulaba gran parte de las candidaturas de la noche. A esto se le añadía que uno de sus máximos «enemigos» era Icíar Bollain, autora de «También la lluvia» y vicepresidenta de la Academia, además de una de las personas que más le criticó por su decisión de dimitir.
A la hora de cerrar esta información, la entrega estaba resultando bastante repartida, aunque «Pa Negre», del catalán Agustí Vilaronga, copaba los premios principales (6).
El cine estatal celebraba anoche su gran fiesta, con la que pretendía dar carpetazo a unas semanas convulsas y llenas de riñas, dimisiones, leyes antipiratería y rumores de malos datos de taquilla en el último año. Los premios Goya, que conmemoraban su 25 aniversario, se celebraron en el Teatro Real entre la lluvia y las protestas y pitidos del exterior.
Después de haber colapsado por la tarde las páginas web de la Academia de Cine y de los Premios Goya, alrededor de dos centenares de miembros del colectivo de internautas Anonymous coparon las primeras filas destinadas al público a las puertas del teatro, desde protestar contra la Ley Sinde. Con las caras tapadas con su tradicional careta de «V de Vendetta», estaban también provistos de pancartas con lemas como «Salvar la industria no es salvar la cultura» y cantaron proclamas como «la cultura no se censura», acompañadas de gritos de «fuera fuera» y algunos insultos variados. No pudieron asaltar la alfombra roja como pretendían, pero expresaron su protesta tanto en directo como en la red en la que denominaron «Operación Goya», aunque eso hicieron una pequeña pausa en sus abucheos cuando apareció Alex de la Iglesia, junto a todo su equipo. Fue a los únicos a los que aplaudieron, mientras gritaban «Alex Alex Alex».
El discurso
Y es que la cuestión de las descargas en internet levanta ampollas. En mitad de la ceremonia, el cineasta bilbaino en su último discurso como presidente recordó que «hacemos mucho ruido, pero es que hay muchas nueces». Hay un sector, la industria, dijo, pero también un público, al que hay que tener en cuenta. Tras puntualizar que «la discusión no es en vano, no es frívola y tampoco precipitada» (de eso se le acusaba por anunciar su dimisión en Twitter), agregó que «dicen que he provocado una crisis; crisis en griego significa cambio y el cambio es acción. Estamos en un punto de no retorno: de las decisiones que tomemos ahora depende el futuro». Les recordó que «internet no es el futuro, es el presente», a la vez que instó al sector a adoptar «un nuevo modelo» de mercado «que tenga en cuenta a todos». «Las reglas de juego han cambiado», agregó, a la vez que advirtió que los internautas son ciudadanos y son el público del cine. «Y esa gente no va al cine porque está delante de un ordenador».
Fue una gala intensa, también sobre el escenario, ya que, según pasaba la noche, las apuestas -que daban a «Balada triste de trompeta» como clara ganadora- parecía que no habían acertado, a la vista de lo repartido de los premios. El primer premio de la noche se lo llevó Karra Elejalde, por su estupenda interpretación de actor crepuscular en «También la lluvia», con el Goya al mejor actor secundario. Con él se sí se cumplieron las quinielas. Se reconoció muy nervioso, «super sorprendido, super contento y muy agradecido» a todo el equipo, pero sobre todo a Icíar Bollaín «porque me hayas hecho participar en esta aventura, porque me hayas sacado de boxes»; es decir, que le ha recuperado para el cine. Recuerdos a sus familia, a sus inicios en el grupo teatro La Zaranda de Gasteiz, a su infancia en Gatzaga...
Lo cierto que el cine vasco tuvo una excelente noche: el donostiarra Alberto Iglesias , autor de la banda sonora de «También la lluvia», recibía el noveno Goya de una carrera plagada de grandes trabajos internacionales; mientras que otro donostiarra, el Urko Garai, era parte de la terna que obtenía el premio al mejor sonido por su trabajo en «Buried». Una de las más emocionantes de la noche fue María Reyes Arias, la actriz y guionista premiada ahora como realizadora del Mejor Cortometraje de ficción por «Una caja de bombones», una historia enternecedora sobre la pérdida de la inocencia en la infancia. A punto de echarse a llorar, consiguió emocionar al auditorio, con su agradecimiento a su familia, a su pueblo, a toda la comarca del Goierri... y terminó entonando unos versos en euskara.
El Festival de Cine de Berlín vivió ayer su domingo a pleno 3D con el homenaje a la fallecida coreógrafa Pina Bausch filmado por Wim Wenders, la inmersión en las cuevas de Ardéche de Werner Herzog y la poética «Les contes de la nuit», de Michel Ocelot (el «padre» de Kirikou), primer filme de animación y en técnica tridimensional admitido a concurso en la Berlinale. En una película fuera de concurso, Wenders conmovió en la Berlinale con un filme que repasa los cuerpos permanentemente expuestos a caer exhaustos de la mítica Pina y los suyos, en un homenaje en toda regla a la bailarina que danzaba con los ojos cerrados, mientras que Herzog ha sido uno de los pocos afortunados en adentrarse en las profundidades de las cuevas de Ardeche (Estado francés) para mostrar sus pinturas de 30.000 años de antigüedad, en «Cave of forgotten Dreams». GARA