GARA > Idatzia > Mundua

SOBERANISMO EN CATALUNYA

Una mirada al Principat entre una y otra convocatoria electoral

El autor analiza la situación que vive Catalunya tras las elecciones legislativas del 28-N y de cara a las municipales de mayo desde el punto de vista soberanista o independentista, reivindicación que vivió un gran impulso en 2010 pero parece haberse desinflado. Tras la aplastante victoria de CiU, y la debacle del tripartito, el panorama parlamentario surgido después de las elecciones autonómicas en el Principat permite una nueva aproximación a la realidad catalana. Los resultados electorales de noviembre han alterado el panorama político y sociológico de Catalunya.

p034_f01.jpg

Txente REKONDO Gabinete vasco de Análisis Internacional (GAIN)

El año 2010 se caracterizó, entre otras cosas, por un importante impulso sociológico al sentimiento soberanista e independentista en el Principat. Las consultas populares por la independencia y la multitudinaria e histórica manifestación de julio han sido algunos de los acontecimientos que estimularon ese auge, sin olvidar la ofensiva puesta en marcha por Madrid y que sigue teniendo continuidad. Ante ese panorama, algunos anticipaban un rotundo éxito electoral de las tesis soberanistas, aunque tras la cita de noviembre, algunas cosas parecen apuntar en otra dirección.

Un periodista catalán señala que «la situación en Catalunya muestra una clara disociación entre la fase política y la social en cuanto al tema nacional». Es evidente que pese a que indicios y sondeos sugieren un aumento de la demanda soberanista y del porcentaje favorable a la independencia la tensión soberanista parece haber aflojado debido a la caída y la disgregación electoral del independentismo organizado y a la crisis económica.

Por diversos motivos, el panorama postelectoral muestra que CiU se ha convertido en una opción de refugio para gran parte del soberanismo catalán, incluida parte del independentismo.

Por un lado, el pacto entre ERC y PSC ha acabado desgastando a ambos, para beneficio de convergentes. Así, algunos votantes de ERC han visto el tripartito como una sumisión al españolismo y otros del PSC, una entrega al independentismo. Para algunos analistas, el problema de esa disociación no se sitúa tanto en la acción del Gobierno, sino en que la sentencia del Tribunal Constitucional español agudizó de forma extrema las contradicciones entre PSC y ERC a la hora de responder a la ofensiva españolista.

Por otro, la división del independentismo ha supuesto no sólo la división de voto sino también, en muchos sectores socia- les, la generación de desconfianza en el voto independentista.

CiU ha sido la beneficiaria de la situación y, además, frenará el proceso soberanista al tiempo que (consciente o inconscientemente) la propia Convergència se está radicalizando internamente en cierta medida porque es consciente de que ha recibido votos independentistas y soberanistas.

Importantes figuras en su seno no ocultan su discurso en clave soberanista. Artur Mas, Felip Puig y Oriol Pujol se declaran abiertamente favorables a la independencia y el ex presidente Pujol ha virado significativamente hacia esa opción.

En su artículo «Del Tribunal Constitucional a la independencia. Pasando por el Quebec», Jordi Pujol apuntaba que la «democracia española» sigue una pauta que busca la derrota de sus adversarios, y en el caso de Catalunya uno de los escenarios futuros podría ser «la rendición» impuesta desde Madrid, de ahí que defienda abiertamente la independencia como la vía viable.

El periodista Josep M. Pasqual ha escrito en el diario «El Punt» que la lógica militar que perdura en el Estado español exige la rendición de sus enemigos, «tanto si es un enemigo armado como si se trata de un adversario político». En esa línea, no es extraño que los dirigentes españoles busquen la rendición de Euskal Herria o Catalunya, aunque Pasqual aclara que la democracia española ha hecho una excepción: con el franquismo, al que tal vez «no considere ni enemigo armado ni adversario político».

De todas formas, y retomando la situación postelectoral, no se pueden esperar pasos significativos de CiU, porque no hay que olvidar que en ella conviven también importantes contrapesos unionistas. El objetivo de políticos como Duran i Lleida e importantes sectores de la clase empresarial es mantener sus negocios particulares y los de su partido con el Estado español, y no dudarán en frenar cualquier giro hacia posiciones soberanistas.

El marco fijado es intentar un pacto fiscal para limitar el déficit, que es una sangría. La crisis es una prioridad y el establishment catalán quiere máxima tranquilidad, y Convergència está a su servicio. En ese sentido, apostará por privatizar servicios y el nombramiento de algunos consellers refuerza esa idea. Es muy probable que «aguanten» a Zapatero hasta las elecciones de 2012 y después condicionen al pacto fiscal el acuerdo con un futuro Gobierno español.

Sólo hay una cosa que puede ser casus belli, la ofensiva judicial contra la lengua. En estos momentos hay sentencias en contra que se están desobedeciendo. Si Madrid obliga a cumplirlas se puede abrir una brecha fuerte, pero veremos hasta dónde llega.

De cara a las elecciones municipales de mayo, la mayoría de formaciones ya han comenzado a mover ficha. ERC intenta superar el estado de shock en que quedó tras las autonómicas. Se juega mucho en esta cita: «sobrevivir a la catástrofe del 28-N o hundirse definitivamente». De momento, ha buscado cierta recomposición a través del acuerdo con el Reagrupament de Carretero, que supone la reconciliación. Con Solidaritat tal vez logre pactos en pueblos pequeños, pero de momento no hay acuerdo, a pesar de que algunos dirigentes de SI han dicho seguir abiertos a un acuerdo global para Barcelona. En las municipales también se verá si SI emerge o ha sido un tema coyuntural.

Por su parte, las CUP han apostado por esa cita y buscarán crecer consolidando poco a poco su base organizativa y social. Sus listas independentistas siguen su propia maratón, sabiendo que la carrera será larga y que no conviene desfondarse ante las «liebres» que tiran en los primeros metros del pelotón. De todas formas, también habrá que observar de cerca el pulso que pueden mantener con SI en algunas poblaciones, donde ambas han obtenido buenos resultados.

En estos meses, Barcelona, la capital de Catalunya, va a concentrar la atención política. Si el PSC pierde Barcelona se hundirá totalmente. Por eso, sus primarias se siguen con lupa. La victoria del actual alcalde, Jordi Hereu, o de la candidata del sector catalanista, Montse Tura, pueden condicionar el futuro del partido. Tras las elecciones, el abanico de posibilidades es inmenso: si gana CiU y ERC aguanta puede haber Gobierno nacionalista, si no puede darse un pacto CiU-PP. La opción sociovergència también es posible, pero es difícil con el PSC hundido.

No hay que olvidar tampoco la cita de 10 de abril para la consulta independentista en la capital, cuya celebración supone todo un reto movilizador y organizativo.

Como dice un periodista catalán, «algunos esperan un tsunami independentista cuando estamos ante una suave marea que avanza y retrocede pero que poco a poco tiene sus efectos. Es el país que tenemos».

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo