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CRíTICA jazz

Solera catalana

Javier ASPIAZU

Muchos aficionados descubrieron al veterano trompetista Josep María Farrás a raíz de la aparición del disco “Plaça Vella”, estimado por los críticos como uno de los cinco mejores grabados en el Estado durante el año 2009. Se hacía así justicia a todo un histórico de este género musical con más de cuarenta años en activo, a quien Tete Montoliú, siempre tan extremado en sus juicios, consideraba el único buen músico del jazz catalán. Su presencia en el BJC permitió disipar cualquier duda al respecto de la excelencia como trompetista de este ilustre sexagenario. Espléndido intérprete de swing y bop, el de Terrassa conserva casi incólumes el tono distintivo, el fraseo brillantemente articulado, el ataque pujante y la imaginación improvisatoria de sus mejores años.

Acompañado por la rítmica habitual en este tipo de conciertos, Gerard Nieto al teclado, Ignasi González al contrabajo y, la sorpresa de última hora: Joan Terol, producto flamante de la ESMUC, a la batería (sustituyendo a Esteve Pi, que causó baja por problemas familiares), Farrás interpretó un  amable repertorio de standards , quizá demasiado, con el que deleitó a un  público que se dejó seducir por la sabiduría y el humor desplegados por este  decano del jazz. La interpretación del “St. James Infirmary blues”, intensa y emocionante, fue el punto de inflexión de un concierto en el que Gerard Nieto, con el vigor y la vertiginosa digitación que le caracterizan, fue la réplica perfecta para el maestro Farrás, historia viva del jazz peninsular, gran reserva de la mejor cosecha catalana.

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