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«Todo está en internet, pero parece que lo bueno siempre hay que buscarlo»

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Carlos Beltrán

Guitarra de Juke Box Rocket

Tras una maqueta, un single en vinilo y un recopilatorio, llega «Risin’ noise», el álbum debut de los bilbainos Juke Box Rocket. El cuarteto aporta catorce temas con el rockabilly como base, pero con aperturas hacia el country, el rock and roll, el swing... Todo armado con talento y brillo.

Pablo CABEZA | BILBO

Juke Box Racket es uno de los grupos vascos más completos, por mucho que se encuentre alejado del populacho. Componen, tocan, arreglan, escenifican como cualquier banda internacional. No son Stray Cats, pero pueden jugar en su división, por larga que sea la lista; en especial si se les aplica un factor multiplicador, que aquí todo está en en contra desde el primer día.

El cuarteto surgió en 2007 en Bilbo. Caben matices, pero el grupo viene a ser la prolongación natural de los Boogie Punkers, que dejaron un memorable historial de canciones y directos descarnados.

«Rockin' noise» lo iniciaron hace poco más de un año. En principio iba a ser un doble elepé editado por el sello gallego El Beasto, pero la situación económica les ha derivado hacia un digipack con menos canciones, pero muy cuidado.

Han grabado uno de los discos más completos de la temporada, incluyendo la escena internacional; sin embargo, las vías de salida no son lo numerosas que deberían ser.

La música comercial es cada día peor y más universal. Lejos quedan los tiempos en que Miles Davis era superventas en los cincuenta, que un disco como «Born to run» llegaba al número uno o que una banda de bar como Dr. Feelgood pudiese tener éxito por toda Europa. Que tampoco nos engañe el recuerdo selectivo, siempre compitiendo con otras músicas más dóciles y vacías, pero al menos con alguna oportunidad de rivalizar y de ser escuchada. Yo, la verdad, no le presto mucha atención a todo esto, siempre he escuchado música al margen de su comercialidad o de su prestigio. Cuando descubrí el rock & roll, sus principales creadores no sólo no estaban de moda, ni sonaban en la radio, ni salían en la tele, sino que, además, estaban muertos. Hoy en día todo está en internet, pero parece que en esta vida lo bueno siempre hay que buscarlo.

Las canciones vienen firmadas por todos, pero su trabajo a la guitarra solista es demoledor.

Todos participamos en su creación, y ninguna canción sería la misma si no estuviésemos todos en el local de ensayo aportando algo. Un solo de guitarra no vale nada si no camina sobre una buena base de de bajo y plato. Muchas veces, en el r&r lo más importante pasa desapercibido por los fuegos artificiales de los solistas, pero lo que te hace bailar es la sección rítmica y esta, en Juke Box Racket, sí que es demoledora, como un elefante corriendo en estampida.

¿Quiénes fueron sus maestros?  ¿Y qué jóvenes le llaman ahora la atención?

Mis maestros han sido los más grandes porque, básicamente, he aprendido tocando por encima de los discos de Elvis (con Scotty Moore ), Gene Vincent (con Cliff Gallup), Eddie Cochran, Bo Diddley, Carl Perkins o después Dr. Feelgood (con Wilko Johnson), The Blasters (con Dave Alvin) o Stray Cats (con Brian Setzer). Mis preferidos actuales siguen siendo más o menos los mismos, porque, lejos de ser cada vez más jóvenes, al menos cada día tocan mejor: Brian Setzer, Marc Ribot, David Hidalgo, Albert Lee... uno de mis actuales preferidos, y más joven que estos, es Joel Paterson, de los Modern Sounds y Four Charms, tiene un gusto jazzy exquisito y lo mezcla de maravilla con blues y rockabilly.... Y los clásicos, bueno, siguen siendo imbatibles: Grady Martin, Jimmy Bryant, Merle Travis... así que no escucho muchos guitarristas jóvenes; bandas, en cambio, sí.

¿Qué fue/es para usted Brian Setzer, con quien tocarán en el día grande del Azkena Rock Festival de Gasteiz?

Los Stray Cats me dieron a los 14 años lo que estaba esperando. Ya escuchaba a los clásicos de los 50 y a los teddy boys ingleses de los 70, pero a esa edad necesitaba chupas de cuero, volumen y actitud punk. Necesitaba un grupo con el que competir con mis amigos heavies del barrio, un grupo que sonase como su tiempo y que me abriese nuevos caminos. Brian Setzer cambió mi forma de ver el rockabilly. Sin duda, es un gran, gran, gran cantante, pero pasará a la historia como guitarrista.

Con sus habilidosos dedos podría pasar a ejecutar un buen disco de garage-surf-instrumental. ¿No le tienta?

No me tienta nada dedicarme por completo a un único estilo, me seduce mucho más mezclar y ampliar estilos. Lo mejor de Juke Box Racket es que podemos coger un estilo y llevarlo a otro sitio sin que pierda sus raíces: hacer punk-rock con guitarra surf como en «Jukebox racket» o baile-twang, como en «I feel my car», pero sin que deje de sonar a rock & roll en ningún momento.

¿«The glory of the squat» podría recordar a Pete Seeger mezclado con los Clash y The Pogues?

Esa puede ser la idea: Pete Seeger con los Clash o Los Pogues con Social Distortion. Tiene una sonoridad muy diferente al resto, con la mandolina, el banjo, la acústica y los coros.

En su afán por crecer, le pegan al swing en «Crazy lazy baby».  ¿Se ha imaginado alguna vez con una orquesta detrás y usted trajeado delante dándole a la guitarra?

En este tema pensamos en meter vientos, pero después también pensamos que era demasiado obvio, así que intentamos arreglarlo en clave de swing, pero sin orquesta. Yo sueño más con una pequeña big band, pero de r&b, con un par de saxos y piano, y en vez de delante, en la retaguardia, sin llevar el peso, disfrutando de la banda y los acordes y, de vez en cuando, metiendo algún solo a lo T-Bone Walker.

Si pudiera elegir tres guitarras y tres amplificadores, ¿cuál sería su elección?

Me iría totalmente al vintage años cincuenta. En guitarras, una Gibson Les Paul Gold Top con Bigsby, como Carl Perkins; una Gibson ES 295 como Scotty Moore (una de las guitarras más bonitas que existen) y una Gretsch 6128 Duo Jet como Cliff Gallup. Y en amplis: Echo Sonic, Fender Deluxe y Fender bassman. Cada vez estoy más convencido de que antes las cosas se hacían con un toque más humano.

Ficha

Grupo: Juke Box Racket.

Título: «Rockin' noise».

Componentes: Carlos Beltrán, guitarra (ex Tupendos, Chinaskis, Blue Lovers, Los Muelles y The Boogie Punkers. Desde el principio en JBR y actualmente también en Gacela Thompson y Lenoise, con disco en breve).

Javi Zaitegui, voz (ex Dinamita Pa´Los Pollos y Los Jefes. Desde el inicio en JBR).

Javier Caballero, batería (ex Agente 61 y The Boogie Punkers. Miembro original. Actualmente también en Reverendos).

Victor Martín, contrabajo (ex Temblores. Sustituye a Edu Uña desde principios de 2010. Asimismo en Reverendos).

Contacto: jukeboxracket@gmail.com

Stray Cats

« Necesitaba un grupo con el que competir con mis amigos heavies del barrio, un grupo que sonase como su tiempo y que me abriese nuevos caminos. Brian Setzer cambió mi forma de ver el rockabilly»

ESTILOS

«No me tienta nada dedicarme a un único estilo. Me seduce mucho más mezclar y ampliar estilos. Lo mejor de Juke Box Racket es que podemos coger un estilo y llevarlo a otro sitio sin que pierda sus raíces»

«Dinamita... fue una experiencia inolvidable»

Dinamita Pa Los Pollos, con un buen número de inolvidables canciones, fue una banda maltratada desde algunos segmentos. ¿Cómo lo recuerda?

Javi Zaitegui: Mis años en Dinamita fueron una experiencia inolvidable que compartí con gente que nunca olvidaré... Nunca nos sentimos infravalorados, aunque sí algo incomprendidos por gente que no escuchó nunca nuestros cuatro discos al completo más los temas inéditos incluidos en una recopilación doble que cerró nuestra trayectoria. No tuvimos nunca ningún compromiso con lo comercial. Eso quizá lo originaron algunas canciones de forma espontánea. Siempre nos trataron con cariño en todos los lugares y fuimos consecuentes en devolverlo. No hicimos música para aparecer en las enciclopedias por fascículos.

¿Cómo conectaron con usted para implicarle en un proyecto como Juke Box Racket?

JZ: Todo sucedió en el concierto de Justin Townes Earle y Jubal Lee Young, en el Izangoan de Deusto. Fue un bolo inolvidable en lo musical, aparte de que la velada acabó con la irrupción de la Policía municipal para disolver el show. Fue un viernes 5 de octubre del 2007. Carlos y yo nos saludamos, como siempre al vernos entre el público. Me propuso charlar después del concierto (sólo él sabía de que se trataba...), y así lo hicimos. La respuesta fue instantánea. De camino a casa mi cabeza empezó a pensar sobre el dilema de poder estar a tono con tres tipos muy engrasados en esto del rocanrol, pero quería probar, lo tenía claro. P. C.

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