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Basora se convierte en el escaparate del «made in Irán»

La última feria de comercio dedicada a Irán en la segunda ciudad iraquí aporta más claves sobre las protestas de estos días en Irak. Según parece, la supuesta «iranización» del país del Golfo va más allá de la mera injerencia política y religiosa.
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Karlos ZURUTUZA

Las relaciones entre Irak e Irán son excelentes y mejoran cada día que pasa». El señor Baghban no puede disimular su satisfacción por el espléndido aspecto de la «Segunda Feria de Comercio de la República Islámica de Irán en Basora». No en vano, Baghban es el cónsul de ese país en esta ciudad del sur de Irak.

«Irak recibe un millón de peregrinos cada año desde Irán y queremos que la cifra suba a dos millones el que viene», añade el diplomático persa.

Por supuesto, las autoridades locales también están representadas a través de Hashim Luaibi, portavoz del Ayuntamiento de Basora. «La feria es una iniciativa clave hacia la normalización del país. Tenemos una necesidad urgente de reconstruir Irak, no podemos esperar más», explica este natural de Basora.

Al ser preguntado sobre la abrumadora presencia comercial del vecino, Luaibi no vacila: «Es evidente para todos que el país gira cada vez más hacia la órbita de Irán, pero yo también me hago una pregunta: ¿por qué no están aquí los países árabes?».

Según datos oficiales, entre un 20% y un 33% de las exportaciones iraníes no relacionadas con los hidrocarburos tienen su destino en su vecino occidental, lo que convierte a Irak en el primer mercado «no petrolífero» de la República Islámica.

Mohamed Sherif Hashem es egipcio y dirige Pyramids, la empresa turco-egipcia encargada de organizar esta feria de muestras.

«Desde 2003, Irak es un campo abonado para la reconstrucción porque hace falta de todo. Turcos e iraníes han sido los más rápidos, eso es todo», apunta este exitoso empresario, que asegura haber rechazado el puesto de ministro de Comercio de Egipto en dos ocasiones: durante la era Mubarak, e incluso tras la caída de éste hace escasas semanas. «Estoy demasiado ocupado con mi negocio», explica desde su despacho.

¿Un país de oportunidades?

La feria se distribuye a lo largo de amplios pasillos que cubren una moqueta roja. En uno de ellos encontramos a Hussein Aussari, un joven de Esfahan (Irán) que es hoy la cara de una empresa de alimentación familiar. «Irak es un buen mercado para nosotros. Ofrecemos productos de gran calidad a precios muy asequibles. Tenemos oficinas en Bagdad, Erbil y Suleymania desde hace tres años y ahora queremos abrir otra aquí, en Basora», apunta entusiasta el joven.

Sin embargo, donde unos ven «atractivas oportunidades de negocio» otros denuncian amenazas con resultados devastadores para los locales.

«Los iraníes han reventado los precios de las frutas y las verduras y los campesinos iraquíes se han visto obligados a abandonar sus tierras y emigrar a las ciudades. ¿Cómo es posible que traigamos tomates desde Irán con la enorme producción que de ellos teníamos hasta ayer?», se lamenta un pensionista, añadiendo que dichas importaciones desde el país vecino han sido la causa de que «miles de hectáreas de terreno fértil a orillas del Tigris y el Eúfrates sean hoy zonas yermas y sin vida».

Los Seadi, recién casados, no comparten dicho desafecto: «En Bagdad nos pedían 30.000 dólares por una instalación de aire acondicionado pero aquí la hemos encontrado por tan sólo 17.000». Y los precios del embaldosado tampoco van a la zaga: 13.000 dinares el metro cuadrado de azulejería iraquí frente a los 7.000 que pide la competencia persa.

Jaffa Abdul Karim también es iraquí pero asiste hoy a la feria desde el otro lado del mostrador. «Soy de Najaf y aprendí farsi con los peregrinos iraquíes que venían a mi ciudad. Ahora trabajo en la sede que esta compañía iraní tiene en Basora». Ofrecemos imágenes de los principales centros de culto religioso chiítas: desde Mashad (noreste de Irán) hasta Kerbala y Najaf, en Irak.

Otro iraquí a sueldo de una empresa persa es Ghaith Al Shirad. Se explica junto a una hilera de generadores de electricidad; sin duda, un producto estrella en un país donde los cortes de luz son constantes. «Las relaciones entre vecinos han de ser fluidas pero el problema es que Irán está inundando Irak con sus productos, desde las frutas y verduras hasta el entubado del gas y del petróleo. El objetivo es hacernos dependientes de sus productos y controlarnos después política y económicamente», asegura este joven ingeniero, justo antes de enseñarnos una foto que sacó con su móvil en Teherán hace escasos días: un joven subido a una grúa amenaza con tirarse al vacío en protesta por los arrestos de Karroubi y Moussavi, los líderes de la oposición persa.

Por su parte, Majed Al Sari, líder de la Coalición de Patriotas Libres Iraquíes en Basora, ve una relación directa entre la escasez de visitantes hoy y la manifestación convocada frente al ayuntamiento de la ciudad. «Nuestra gente está en la calle por la falta de trabajo e infraestructuras, por la corrupción a todos los niveles pero también por la islamización acelerada del país. Queremos el Irak que nos merecemos, no una República Islámica dirigida desde Teherán», reivindica Al-Sari. Tras el, una hormigonera made in Irán sigue girando en un sutil pero constante estertor.

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