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El Buda pequeño de Bamiyán podría ser reconstruido uniendo sus piezas

El futuro de los restos de los monumentales Budas de Bamiyán, diez años después de que los talibanes los hicieran saltar por los aires, se debate en París durante estos días. La Unesco no es partidaria de su reconstrucción, aunque un estudio plantea que sería factible.

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A.EREÑAGA | DONOSTIA

La impresión sobre los viajeros cuando accedían al valle de Bamiyán, en plena Ruta de la Seda entre China e India, debía de ser apabullante. En esta zona de Afganistán central, a 230 kilómetros al noroeste de Kabul y a 2.500 metros sobre el nivel del mar, se alzaba un centro espiritual y religioso compuesto por varios monasterios budistas, presididos por dos estatuas gigantes esculpidas en la roca, una de 55 y la otra de 38 metros de altura. El lugar, exponente de las creaciones del arte búdico de la escuela de Gandhara entre los siglos I y XIII, cayó en el olvido en el siglo X, pero las estatuas continuaron casi intactas durante 1.500 años hasta que, en marzo de 2001, fueron reducidas a escombros por los intensos bombardeos de la milicia afgana, en un acto decretado por el Gobierno talibán contra lo que tachó de ídolos contrarios al Corán.

Diez años después, París acoge los actos de conmemoración de la Unesco para recordar, en palabras de su directora general, Irina Bokovacon, la necesidad de sensibilizar a todos los sectores sobre la importancia de preservar el patrimonio cultural internacional contra toda clase de daños o destrucciones, apropiaciones políticas y robos. Un foro que arranca hoy y al que seguirá un debate que se prolongará hasta el viernes, donde se examinarán los medios para preservar el sitio y los vestigios arqueológicos de este valle, inscrito desde 2003 en la Lista del Patrimonio Mundial y en la Lista del Patrimonio en Peligro. Con participación de las actuales autoridades afganas, los expertos internacionales y donantes que componen el denominado Grupo de Expertos analizarán las distintas alternativas para mostrar los restos de las estatuas.

Directamente en el acantilado

La propia Unesco reconoce que no es partidaria de que se reconstruyan, aunque uno de los estudios que estarán sobre la mesa, presentado por la cátedra de Restauración, Tecnología del Arte y Ciencias de la Conservación de la Universidad Técnica de Munich (TUM) plantea que si bien no podría restaurarse el Buda mayor, sí podría hacerse con el pequeño por medio del ensamblaje de sus piezas.

El estudio, dirigido por el doctor Erwin Emmerling, es el resultado de año y medio de investigación sobre los fragmentos recuperados. Los Budas, que originalmente tenían un intenso colorido y habían sido repintados varias veces estarían datados entre los años 544 al 595 -el Buda pequeño- y 591 a 644, el grande. El cuerpo se hizo picando directamente el acantilado y la parte externa, los ropajes, con barro que se aplicó en dos o tres capas con una destreza sorprendente. Los restauradores encontraron en el barro «paja que absorve la humedad, pelo animal que confiere al revoque una estabilidad como si fuera fibra de vidrio, así como cuarzo y otros aditivos que impiden la contracción del revoque». Las capas, de hasta 8 centímetros, «no sólo sobrevivieron más de 1.500 años, sino que, algunas partes, resistieron incluso la voladura».

BLANCO Y ROJO

La reconstrucción gráfica de las investigaciones de la Universidad Técnica de Munich confirma las viejas tradiciones que, ya en el siglo XI, hablaban de un Buda rojo, el grande, y otro blanco, el pequeño. Antes habrían sido también azul, rosa y naranjas. Según el catedrático Erwin Emmerling, tenían un aspecto de intenso colorido.

SILICIO ORGÁNICO

Los restos están almacenados en naves provisionales, pero no aguantarán más de dos años al tratarse de una piedra arenisca muy porosa. Se propone un proceso todavía experimental con una unión de silicio orgánico, en lugar de las resinas sintéticas habituales. Uniendo así los fragmentos del Buda pequeño podrían reconstruirlo.

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