Ariane Kamio Kazetaria
Chinchar, nuevo divertimento nacional
Chinche», «chincheta», «chinchilla», «chinchín», «chinchona», «chinchorrear»... Son algunas de las palabras que aparecen en el diccionario después de «chinchar», al parecer, el ejercicio preferido de Jon Juaristi. Mientras unos se dedican a acudir a clases de aerobic, yoga o lo que sea, nuestro asesor del euskara se deshace de sus malas pulgas -o de sus malas chinches- riéndose de los demás o, al menos, hablando sin respeto sobre una lengua milenaria por cuya supervivencia luchan muchos ciudadanos cada día.
Le doy la razón cuando, en su artículo publicado en el diario «Abc», asegura que hay muchas personas «que chupan del bote alardeando de amor al eusquera y a las aves de corral»; es cierto, porque de todo ha de haber en la viña del señor. Pero no puedo entender cómo habla tan despectivamente de una lengua que él mismo analizó en su día en profundidad y cuando puede ser, seguramente, uno de los mayores conocedores de este idioma en el propio Consejo Asesor del Euskara.
Lo cierto es que Jon Juaristi no deja de sorprender. No sé si ha sido tanta la sorpresa causada en el Ejecutivo de Patxi López, que fue quien lo eligió para formar parte de este equipo, pero estoy segura de que más de uno se habrá partido de risa al ver cómo el Gobierno de Lakua, respetando la «pluralidad» de este país, inserta en sus equipos a personas que poco o nada aportan a favor del euskara -lo digo porque el propio Juaristi admitía que aceptó formar parte del Consejo por «elemental delicadeza con el lehendakari», y no por sus inquietudes o por el afán de mejorar la situación del euskara-.
«Hamaika ikusteko jaioak gara», dice el refrán. Pero creo que con Juaristi veremos, no once, sino decenas y decenas de salidas como las que hemos visto últimamente. Y lo peor de todo es que seguirá alardeando de su indiferencia mientras acude a las reuniones del Consejo Asesor del Euskara. Ahora me pregunto: ¿De qué hablará con el resto de asesores si nada le importa lo que ocurra con el futuro de nuestra lengua? Él lo sabrá mejor que nadie, supongo.