Ya que los gallos de la categoría no dejan ningún resquicio, al resto le toca ejercer de pagano. Por ejemplo al Zaragoza, ante el que el Athletic está obligado a marcar un punto y aparte, después de que tres derrotas consecutivas hayan mermado considerablemente el colchón respecto a sus perseguidores.

Las vibraciones que emite el equipo siguen siendo positivas, y el discurso de técnico y jugadores se mantiene ambicioso, pero a fin de temporada sólo computan los resultados y en ese apartado el Athletic vuelve a cojear. Con una diferencia respecto a la primera vuelta, cuando afrontó la cita frente a los maños bastante más presionado. Con apenas dos triunfos en las seis primeras jornadas se encontraba en tierra de nadie en la tabla y en el terreno de las dudas, considerables, en lo futbolístico.

Pero el excelente arranque de 2011 le sigue ofreciendo un sostén clasificatorio y anímico que se deja notar a la hora de encarar los partidos. Sobre todo cuando el rival llega con una trayectoria última similar, pero en situación más dramática. El Zaragoza sólo ha podido rascar un par de empates en las cuatro últimas jornadas, lo que le ha devuelto a puestos de descenso. El problema tiene todavía solución; sólo le separa un punto de Sporting y Osasuna, dos del Hércules y tres de Deportivo y Levante. Que esas distancias tan exiguas se conviertan en un aliciente o en una presión añadida para los hombres de Javier Aguirre tendrá una gran influencia en lo que suceda sobre el césped de La Romareda.

Y dependerá en buena medida de la respuesta de un rival que deberá elegir entre salir a la tremenda y ahogar a su anfitrión -táctica que le suele funcionar mejor en San Mamés- o dormir el partido a la espera de que la ansiedad cunda en las filas aragonesas.

Una opción menos vistosa pero que, sin ir más lejos, le salió de maravilla la temporada pasada. Y, sin embargo, no parece que el Athletic viaje con la intención de repetir. O al menos eso se desprende de las declaraciones de Caparrós que, para empezar, ve a su equipo tan «necesitado» como al Zaragoza.

«Es un partido importante, pero no más para un equipo que para otro. Cada punto -añadió- es oro para todos los equipos porque cada vez queda menos». Además, y pese a reconocer que junto a la necesidad exclusivamente deportiva, el club aragonés tampoco atraviesa un buen momento económico e institucional, no cree necessario jugar con su ansiedad.

«Tenemos que jugar a lo que somos nosotros, cada uno se tiene que preocupar de lo suyo». Y para descartar definitivamente que vaya a apostar de inicio por la contemporización -aunque luego habrá que ver lo que sucede cuando arranque el choque-, el utrerano enfatiza la necesidad de que los rojiblancos se muestren «eficaces» y «agresivos ante la meta rival», así como con «ambición para cerrar los partidos».

Aspectos que ya había considerado claves a la hora de analizar la derrota frente al Valencia. «El equipo va a tener ocasiones de gol, eso está garantizado, pero hay que tener más eficacia. Tenemos que atacar con más agresividad a la hora de buscar la portería», subrayó Caparrós, que no encuentra más pegas a la trayectoria estrictamente futbolística de los suyos. «Quitando los primeros minutos de Mallorca, el equipo está compitiendo bien», destacó.

El rival del morbo

Caparrós, por otro lado, no quiso conceder excesiva importancia a la presencia de Ander Herrera en el once rival y aseguró desconocer cómo puede afectar al rendimiento del centrocampista la visita del Athletic.

Herrera, por si acaso, ya ha segurado en un medio aragonés que no se guardará nada, como hace ante cualquier otro rival. Por exceso o por defecto, es probable que su actuación no deje indiferente a nadie.