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Las protestas en Manama se extienden más allá del centro

Como si de una mancha de aceite se tratara, las protestas contra los regímenes árabes no sólo no cesan, sino que se van extendiendo con el paso de los días. En el caso de Bahrein, la revuelta popular contra la monarquía ha salido de la plaza de la Perla para extenderse a otros puntos de la capital, mientras que en Omán llegan ya hasta Mascate.
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Las protestas en Bahrein están comenzando a extenderse más allá de la plaza central hacia diferentes partes de la ciudad, presionando al Gobierno suní a realizar reformas que traigan la democracia al país.

Desde que miles de manifestantes tomasen las calles hace dos semanas no ha habido conversaciones oficiales entre el Ejecutivo y la oposición, compuesta principalmente por la mayoría chií, que se queja de las malas condiciones socioeconómicas: la falta de acceso a buenos trabajos, a una buena sanidad y a la propiedad de las casas.

El rey Hamad ben Issa Al-Jalifa ofreció una amnistía a presos políticos, remodeló el Ejecutivo, aumentó los permisos de vivienda y ordenó al príncipe heredero llevar a cabo un diálogo nacional para acabar con las revueltas, que ya se han cobrado la vida de siete personas, según Europa Press. Un responsable bahreiní bajo condición de anonimato afirmó que el monarca ha ofrecido un diálogo nacional, aunque matizó acto seguido que esa oferta no durará eternamente.

«No hemos rechazado el diálogo», destacó el diputado opositor Jalil Jalil a France Presse, «pero necesitamos garantías antes de sentarnos en una mesa de negociación.

«Nuestro principal objetivo es la dimisión del Gobierno y el establecimiento de un gabinete de unidad nacional conformada por tecnócratas que representen a suníes y chiíes», añadió.

Según el ex ministro de Educación y analista político Ali Fajro, «la situación es irreversible: el régimen sabe que no puede recular y la oposición también».

«Creo que el Gobierno es muy consciente de que debe solucionar este problema», indicó.

«Hay una familia que gobierna el país en los deportes, la política y la economía, todo está controlado por la familia real», denunció Ali Ibrahim, uno de los manifestantes que ayer salió a la calle. «El gobierno debe ser elegido», añadió. Los estudiantes de las escuelas de Bahrein también protestaron ayer contra el Gobierno.

La ministra de Desarrollo Social, Fátima Al-Balooshi, declaró que el Gobierno está interesado en dialogar. «El rey está preocupado por la división del país. Hay una pequeña línea entre la paz y un conflicto en Bahrein», explicó a los periodistas.

«Nada de diálogo, la gente quiere la caída del régimen», se podía leer en varias pancartas, siguiendo el ejemplo de las revueltas de Egipto y Túnez que han forzado la dimisión de sus dirigentes.

A última hora del martes, un grupo de unos cien manifestantes comenzó a levantar tiendas a las afueras del Puerto Financiero de Bahrein, una de las torres de negocios más altas del país y sede de bancos y empresas internacionales. Aunque un clérigo chií les pidió que volvieran a la plaza de la Perla -epicentro de las protestas-, lo que hicieron sobre la medianoche.

Disparos en Omán

Por otro lado, soldados omaníes dispararon al aire en la ciudad portuaria de Sohar para dispersar las protestas que por cuarto día consecutivo reclamaban empleo y reformas políticas en este país de la península Arábiga, hiriendo al menos a una persona, según testigos. Posteriormente, las protestas llegaron hasta Mascate, la capital.

«Éramos entre 200 y 300 personas en la carretera. El Ejército comenzó a disparar al aire», relató un manifestante, que pidió no ser identificado. «Mucha gente corrió, el hombre que resultó herido había acudido a tranquilizar al Ejército», dijo.

Posteriormente, en Mascate, cientos de personas se congregaron en una protesta silenciosa delante del edificio del Consejo de la Shura, el órgano asesor electo, para pedir mejoras.

Los manifestantes portaban pancartas con lemas en demanda de empleo, de mejoras de salario y libertad de prensa. Pidieron al sultán que escuche sus peticiones.

PRO-GOBIERNO

Tanto en el reino de Bahrein como en el sultanato de Omán hubo ayer varias manifestaciones en defensa de sus respectivos mandatarios, aunque su impacto fue bastante limitado.

La adhesión de los sudistas aumenta la presión en Yemen

En Yemen, la presión sobre Ali Abdallah Saleh incrementó ayer, después de que los sudistas se unieran al movimiento de protestas contra el Gobierno.

En Sana'a y en Taez, al sur de la capital, miles de manifestantes salieron a la calle para exigir la caída del régimen, mientras que 17 personas resultaron heridas en Hodeidah (oeste) a causa de los enfrentamientos entre opositores y partidarios del Gobierno.

El movimiento sudista ha pedido a sus seguidores que se unan a las manifestaciones contra el Ejecutivo de Saleh, que lleva 32 años en el poder, y ha pospuesto sus históricas demandas de secesión.

En una declaración a France Presse, el número dos de ese movimiento, Abdallah Hassan al-Najibi, pidió a sus seguidores «no apelar más a la secesión, y unirse a la revolución de los jóvenes» contra Saleh.

«Hace falta liberar el norte y el sur de Yemen de este tirano. Después podremos volver a la causa del sur», indicó.

Por otro lado, la oposición hizo llegar al mandatario de este país una hoja de ruta para una transición tranquila del poder este mismo año, ofreciéndole una salida digna. Esto incluiría enmendar la Constitución, modificar las leyes electorales y apartar a sus familiares de cargos de responsabilidad en el Ejército y las fuerzas de seguridad, al tiempo que se garantiza el derecho a manifestaciones pacíficas.

Entretanto, Saleh, quien ha reiterado su negativa a dejar el poder, se disculpó ante Estados Unidos por los «malentendidos» provocados por las declaraciones que realizó ayer, cuando aseguró que las manifestaciones antigubernamentales servían a los intereses de Washington y de Israel, según informó la Casa Blanca en un comunicado. GARA

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